13.11.04

Navidad en la celda. Carta a Andoni

Luis Beroiz - Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho
30/12/03

Aupa, mutil. Hace no muchos días que se ha cumplido el primer aniversario de vuestra detención. Más de 365 días sin vosotros. Algo más de 365 noches acostándonos con vuestra imagen y despertando con vuestra ausencia. Cuesta, cuesta mucho acostumbrarse, en casa de pocos, a ser uno menos. En la mesa uno menos, en las risas uno menos, y en las peleas por agotar el agua caliente de la ducha, uno menos. Siempre, desde hace más de un año, uno menos. Y, a pesar de que tu recuerdo sobrevuela y perfuma toda la casa, no es lo mismo. Sobre la consola, tu primera foto, desnudo, y, al lado, la última, con pañuelo pirata anudado a la cabeza. Colgando de un clavo tu primera txapela con siete años y la última, de este año, obsequio de la pareja con la que hubieses hecho equipo, de haber estado con nosotros. De la bruja encopetada y lanuda que nos mandó Juli desde Bapaume, todavía cuelgan las cometas de hilos de mil colores que hiciste para los críos de la escuela, porque no todas se fueron para al frontón como ordenaste; alguna se nos quedó, sin darnos cuenta, entre los dedos. Sobre la repisa, tu equipo musical, en silencio desde que te llevaron, pero vivo con su parpadeo intermitente. Y tus libros de texto, los apuntes a mano, todos esperando vuestro regreso. Y los cientos de cartas de los muchos que te quieren, que nos sacaste en la última bolsa, porque no te cabían en la celda. Y el espejo retrovisor, hecho añicos, que nos trajimos del mortal accidente. Cada cosa en su sitio, donde y como lo dejaste, esperando vuestra vuelta.
Todo el mundo pregunta por vosotros, sin entender que no sepamos decirles nada. Algunos, los conoces, lloran cuando les narramos nuestra impotencia. Son lágrimas de diferentes idearios, de diferentes sensibilidades. Sin pruebas, sin pre- sunción de inocencia, con tortura, sin juicio, cada vez más gente empieza a no asimilar vuestro encierro, vuestro destierro, la penitencia añadida del aislamiento, las zancadillas al estudio, las humillaciones gratuitas en la prisión, la longitud y peligro de nuestros viajes y, a ti te lo van a decir, la peligrosidad de los vuestros. Tanto el central como el periférico, ambos gobiernos se adiestran en conculcar derechos básicos, ensañándose y cebándose especialmente con vosotros, con la única finalidad de obtener unos réditos electorales que les mantengan en ese su posaculos mayoritario. Ningún dictador, ni siquiera el penúltimo que tuvimos, hicieron nada que no hayan hecho, incluso mejorado, nuestros actuales mandatarios.
Volviendo a nuestras cosas, os han hecho la puñeta con los estudios. A ti concretamente te han prohibido seguir haciendo periodismo en euskara. También en castellano. Ni siquiera puedes acabar los módulos que empezaste hace tres años ni te permiten iniciar Magisterio Deportivo. Les molesta tanto vuestra vitalidad, nuestro cariño, vuestro humor, la solidaridad de tantos, que, no contentos con encerraros, con dispersaros, con modularos, con aislaros en celdas herméticas, pretenden aislaros de vosotros mismos, interfiriendo en vuestro derecho básico a estudiar lo que, donde y en el idioma que os apetezca. Esto es lo más abyecto a donde puede llegar mente humana. Y todo ante la pasividad, permisividad y, con toda seguridad, bendición y colaboración de una UPV adocenada, adoctrinada, acoquinada, politizada, en donde, mande quien mande, todos son parejos y se quedan mirando siempre hacia el otro lado. La Universidad del País Vasco, en virtud del compromiso adquirido con los estudiantes perjudicados, tiene obligación de pleitear ante tamaña impostura y, si no lo hace, nos estará obligando a pleitear contra ella por dejación de funciones. Según me cuentas, de la UNED te han llegado las fechas de las convocatorias de examen de febrero, sin que, todavía, te hayan facilitado ni un mísero folio de las asignaturas de la carrera en la que, sin gustarte, te has tenido que matricular. Resulta tremendamente significativo el gesto.
Hasta aquí había llegado con esta carta, estaba a punto de contarte que el Tribunal Económico Administrativo de Euskadi ha estimado tu reclamación por una multa de tráfico inexistente, que se cobraron por vía de apremio los muy ladinos y que la Consejería de Interior ¡siempre los mismos! nos va a tener que retornar, cuando suena el teléfono. Eran ¡por fin! los abogados para decirnos que sólo por la primera acción de las muchas que os han imputado de kale borroka, el fiscal ha solicitado ni más ni menos que 22 años de cárcel, innegociables, para cada uno de los trece que aparecéis en el auto. La única prueba, como siempre, las declaraciones bajo tortura denunciada aunque no tramitada, de algunos detenidos. Esto quiere decir, a mi edad y aunque tú sabes que ando fuerte, que la próxima vez que me veas en Galdakao será para depositar un beso y una rosa sobre mi féretro. Tranquilo, mutil. Ya veremos qué es lo que determinan los jueces. Son, ya, el último eslabón de esta macabra cadena. Lo que sí está claro es que sale muchísimo más barato matar a tu marido o a tu madre que provocar desperfectos de no demasiada cuantía en la Gran Vía. Pero todo esto no es nuevo ni debe preocuparnos. Como te dije un día, están llegando tan lejos que sólo les cabe retroceder o caer en la sima. Solamente necesitamos un poco de paciencia.
Me resisto a pensar que ya nunca disfrutaremos de tus ganchos y de tus paraditas al txoko, que ya nunca nos bañaremos en el pozo redondo con ama, ni estarás nunca en la cena de noche vieja en casa de amama ni en el almuerzo de año nuevo con la familia navarra. Me resisto a aceptar que ya no subiremos juntos a ese monte, desde donde se divisan, en días claros, todos los herrialdes de Euskal Herria. Me resisto a aceptar que ya nunca enseñarás a jugar a pelota a todos esos críos que tanto te añoran y te quieren. No puede ser que la iniquidad de algunos llegue hasta estos extremos. No puede ser que nos ganen.
Pensaba que nada más podía pasarnos, al menos en estos días que se dicen blancos, cuando nos llega la noticia de tu nuevo traslado, escasos días antes de la navidad. Esta vez a Topas en donde, sin saber por qué, te llevaron directo a aislamiento, donde sigues. Por primera vez sólo, sin nadie, helado de frío en tu celda pues pocas cosas pudiste traerte, la noche de nochebuena. Tú que, en Aranjuez, llevabas semanas planeando sorprender a los amigos que te viste forzado a dejar, vestido de Olentzero. Hasta el recién nacido se preguntaría, desde el portal, si merece la pena seguir haciéndolo, año tras año, cada 25 de diciembre, Rouco Varela.
Muchos abrazos y goraintziak a todos tus compañeros de allí dentro. Tú sabes, porque así lo consensuamos hace tiempo, que todo lo que yo te digo desde hace un año va, también, dirigido a ellos, aunque personalice contigo porque eres mi mejor fuente de información. No cambiéis, a pesar de todo. Manteneros firmes en vuestro amor a esta tierra de la que todos están intentando sacar partido, firmes en vuestra dignidad. Siempre nos vais a tener con vosotros. Nosotros somos vuestra navidad. Bueno, Andoni. La bruja que llegó desde Bapaume me sonríe. Es la mejor señal, señal de esperanza. Eutsi, neska-mutilak. Besarkada haundia denontzat!... Zure aita. -

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