Padre que mira a su hijo preso...

23.5.09

Con Luis Beroiz desaparece algo más que un «padre coraje» para los jóvenes represaliados

GARA
2009 mayo 23

R.S.

Luis Beroiz falleció ayer tras una larga enfermedad, pero con la conciencia muy tranquila. Atrás queda una larga lucha contra la impunidad policial que ha monopolizado sus últimos años.

Beroiz había nacido en Agoitz en 1943, y se afincó en Galdakao. Pero su vida cambió, o mejor la cambiaron, en el año 2002. Hace unos meses, cuando presentó en Iruñea su libro ``Entre ceja y ceja'', explicaba así el dilema en el que se vio envuelto tras la detención de su hijo Andoni: «Cuando llegas a la evidencia de la tortura, hay varias opciones: callarte como un muerto, rezar, rumiar tú solo lo que te sucede, pedir perdón... o también ahuyentar fantasmas y lanzarse a espolvorearlo y difundirlo». «La elección es fácil», concluía.

Sus últimos años no los ha podido dedicar por tanto a coger setas -como ironizaba con la sorna amarga que impregnaba sus escritos-, sino a denunciar, denunciar y denunciar. También medio en serio y medio en broma, decía esperar que alguien «me meta una querella y me lleven a la cárcel», pero no fue así por una razón evidente: sabían que decía la verdad.

En cualquier otro sitio, Beroiz habría sido aclamado como un «padre coraje», pero en Euskal Herria su denuncia del caso de Andoni no alcanzó categoría de escándalo mediático ni siquiera el día en que el Ararteko admitió que había sufrido una acusación falsa. Para Luis, ése pudo ser un triunfo momentáneo, pero de ningún modo un punto final: quedaba el resto de detenidos e incomunicados en aquella macrorredada y en otras muchas similares, y quedan todas las víctimas silenciosas de la tortura.

Inconfundible

Beroiz recurrió a la escritura y terminó patentando un estilo inconfundible por su claridad. Interpelaba a los responsables políticos de estos casos (el famoso burukide) y en su libro se metió en la piel de un torturador. ``Entre ceja y ceja'' (Editorial Txalaparta) es una de esas historias reales en que la realidad supera a la ficción. Como el caso de su hijo, absuelto ya en siete procesos judiciales en los que el fiscal pedía 91 años de cárcel contra él. Ahí se narran el paso por comisaría, la prisión, los intentos de imputarle un sabotaje en Galdakao una noche en que la propia Ertzaintza sabía que estaba en Zuia, el amago de linchamiento tras el 11-M, el accidente brutal sufrido por Andoni en un trasldo a la Audiencia, o el siniestro sufrido por él mismo cuando iba a una visita.

Sus familiares y amigos le lloran hoy en Galdakao y en su localidad natal de Agoitz. También los pelotazales con los que compartió muchas horas de canchas. Y sobre todo los jóvenes indefensos ante policías y jueces, a quienes sacó la cara aun a riesgo de que se la partieran.

22.5.09

Ha fallecido Luis Beroiz

Luis Beroiz, conocido por los lectores de GARA por sus escritos de denuncia de la tortura a raíz de la detención de su hijo, ha fallecido.

GARA
22/05/2009

BILBO-. Luis Beroiz nació en 1943 en Agoitz pero actualmente residía en Galdakao. Se licenció en Derecho y Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto y trabajó durante dieciocho años en una empresa del sector marítimo y después como consultor homologado para la aplicación de programas de Calidad en la Gestión, en Bilbo.

Actualmente estaba jubilado.

Beroiz era conocido por los lectores de GARA por sus escritos de denuncia de la tortura. En noviembre de 2008 publicó el libro "Entre ceja y ceja" (Txalaparta) en el que recrea el calvario que sufrió su hijo Andoni, tras ser detenido en 2002, torturado a manos de la Ertzaintza y absuelto en siete procesos judiciales.

Su insistente labor de denuncia tuvo resultado, como el dictamen del Ararteko Iñigo Lamarca, que en su informe anual sostuvo que Andoni Beroiz permaneció "injustamente" encarcelado cerca de dos años acusado de un delito del que posteriormente fue absuelto.

28.11.08

Luis Beroiz se mete en la piel del torturador en «Entre ceja y ceja»

2008 noviembre 27
GARA
Idatzia
Kultura

La incansable denuncia de Luis Beroiz tras la detención de su hijo en 2002 y el posterior calvario es bien sabida por los lectores de Gara. Tras 70 artículos, ha escrito «Entre ceja y ceja». El objetivo, «que dentro de 100 años no haya una memoria histórica de los torturados».

Ramón SOLA, IRUÑEA


Lleva seis años dirigiendo sus artículos al consejero que comanda la Ertzaintza, al burukide que toma las decisiones políticas y a los policías que detuvieron a su hijo Andoni, absuelto ya en siete procesos judiciales en los que el fiscal pedía un total de 91 años de cárcel. Luis Beroiz admite que como jubilado le tocaría estar buscando setas en el monte, pero en 2002 se halló en una encrucijada: «Cuando llegas ante la evidencia de la tortura, hay varias opciones: callarse como un muerto, rezar, rumiar tú solo lo que te sucede, pedir perdón... o ahuyentar fantasmas y lanzarse a espolvorearlo y difundirlo. La elección es fácil», concluyó ayer en Iruñea.

Allí presentó ``Entre ceja y ceja'' (Txalaparta). Se publicita como una novela, pero en realidad la ficción está sólo en los nombres de los protagonistas. El relato corresponde al calvario de su hijo. Un tormento contado, además, desde el punto de vista del torturador. Luis Beroiz se mete en su piel para narrar cómo el agente sabe que el detenido se rompió y torció una rodilla jugando a pelota. «Le bajo su pantalón de chándal y es en la rodilla derecha donde encuentro huellas de la intervención. No me gusta lo que voy a hacer, pero noto que me estoy enojando, que estoy perdiendo la paciencia. `Sin pisar con los talones', le digo, y le golpeo con el pie repetidas en aquel tobillo, el de su pierna mala. Se resiente. Lleva un montón de tiempo en la misma postura. El sudor ha formado una balsa a sus pies», escribe.

13.5.08

A su señoría, Angela Murillo

Luis Beroiz, padre de torturado condenado


Habíamos oído hablar mucho de ti, sobre todo, desde que presidiste el juicio más frívolo de cuantos se han celebrado desde el proceso de Burgos. Las cosas que se han dicho tuyas no las voy a reproducir ahora, ni me voy a amparar en la reacción en tu contra de centenares de juristas, de aquí y de allí, ni me detendré en la iniciativa de un tripartito que te ha denunciado por conculcar derechos y libertades básicas, al tiempo que, paradigma de sarcasmo electoral, depositaba en tu regazo a nuestros hijos. No, Señoría. Y no lo haré porque el íntimo gozo que experimentáis ante estas contundentes respuestas sólo es equiparable con el dolor que desparraman vuestros veredictos.

No soy, pues, quien para hablar del 18/98, pero sí para hacerlo del 36/2004, donde ambos fuimos protagonistas, tú presidiendo la vista y yo contemplando cómo lo hacías. La primera sorpresa surge cuando, allí mismo, nos enteramos del trueque de tribunal, pues vosotros no erais los inicialmente designados. La segunda cuando, al iniciarse la sesión, enojada, amenazaste con expulsarnos de la sala si seguíamos emitiendo muestras de cariño--a raíz de tu advertencia fueron furtivas--a nuestros hijos, hermanos y amigos allí enjaulados.

Enfrente tenías a los acusados, en número crecido, a cara descubierta, sonrientes, tranquilos. A tu derecha, ocultos tras un biombo, desfilaron los testigos que envió el tripartito, entre los que, sospechosamente, esta vez no estaban los que les interrogaron en comisaría, sus torturadores. Tu labor era fácil: o creías a unos o creías a otros. Los chavales se limitaron a manifestar su inocencia, presentaron testigos fiables y te narraron con detalle el terrorífico trato a que fueron sometidos. Los agentes, la primera en la frente, te habían sentado en el banquillo a un chico, Kepa Saratxaga, que el día de autos no podía estar donde decían, pues se encontraba injustamente en prisión y tú, a sabiendas de que los que le señalaron, varios, por separado y alguno sin conocerle, lo hicieron bajo tortura, no te inmutaste y seguiste con la farsa; estos mismos creíbles agentes te fabricaron con colillas y bolsas de basura dos burdas pruebas, indemostrables y construidas zafiamente a posteriori. Tenías, pues, delante a la policía con más inocentes falsamente incriminados por metro cuadrado, como tenías obligación de haber comprobado recorriendo las sentencias de juicios anteriores. Así las cosas, abandonamos la Audiencia esperanzados, a pesar del momento electoral y de la orgía de cámaras asistentes al acto.

Ya en casa, a los pocos días, unas llamadas anónimas, repetidas desde teléfono desconocido a media noche y, sobre todo, el seguimiento de que son objeto los chavales, incluidas ¡otra vez! las gradas del frontón, nos encienden la alarma, presagiando lo peor. Y lo peor ha tenido lugar. Nos acabamos de enterar ¡por la prensa! de tu condena. Cinco años como podían haber sido cincuenta. De premio te han concedido la Presidencia de la Sección Cuarta de la Sala de lo Penal en la Audiencia Nacional. En hora buena, Señoría. Te volveré a escribir cuando lea tu impúdica sentencia.

Entre tus condenados, y aunque la reflexión que voy a hacerte es aplicable a cualquiera de ellos, hay uno que es al que mejor conozco y del que más cosas sé. Como el resto, fue torturado; injustamente encarcelado, aislado dos años y medio, y finalmente liberado porque también dijeron de él, entre otras lindezas, que estaba en dos sitios a la vez y que corrió con muletas recién operado. Podría narrarte su mortal accidente, su simulacro de linchamiento al tacharnos un fatuo de alimañas, su neumonía, su necesidad de psicólogo. Es un chaval que, por haberle desenmascarado, nuestro consejero de Interior necesita en la cárcel. Para conseguirlo, él, que ha mentido una, cinco, diez veces, ha vuelto a hacerlo ahora. Otro día, Señoría, te contaré el amago de incursión que tres enfermedades, las que más matan, han hecho en nuestras vidas, desde que ese innombrable nos acosa. Como puedes comprobar, Ángela, vuestras sentencias conllevan una condena mucho más cruel que los dígitos que delimitan los años de prisión.

El consejero, tras sus sucesivos fracasos anteriores, ha encontrado, por fin, una juez a su medida. Os habéis juntado el hambre y las ganas de comer. Lo que no consiguió con otros lo ha conseguido contigo. Porque tú también te has subido al carro de las bilocaciones. Tú también has ubicado a un condenado donde no podía estar pues nosotros, sus padres y varios testigos, estábamos con él, la noche de autos, en el establecimiento donde servía. Tú sabrás por qué lo has hecho. Tú sabrás por qué has reinventado el principio “en la duda a favor del trapacero”. Estudiar leyes para conculcar derechos es lo mismo que estudiar pediatría para meter mano a los niños.

Estamos hartos. Tres veces detenido, tres veces sus estudios cortados, por tercera vez cruel aislamiento, y a viajar por tercera vez muy lejos los fines de semana. Has decidido nuestro modus vivendi para estos próximos cinco años. Y ahora, ¿qué? De pequeño, aprendí que justicia era dar a cada uno lo suyo, por más que aquí todas han ido a parar a la misma mejilla, la nuestra. No nos queda otra, pues, para equilibrar la balanza, que intentar alcanzar, por nuestra cuenta, esa justicia que nos estáis negando. Nos lo exigen la dignidad y las vísceras, aunque de momento sólo haremos caso a la primera. Dime, si no, qué habrías hecho tú si yo le hubiese hecho eso mismo a un hijo tuyo. No estoy dispuesto a esperar otra ley de memoria que nos resarza de la perversidad de vuestros veredictos.

Porque vosotros no habéis juzgado la quema de un par de cajeros, que, sin descartar a la policía autónoma, vete tú a saber quiénes fueron los autores. No. Eso os importa un ardite. Vosotros necesitáis los juicios y los utilizáis para ejercitar vuestro odio a todo lo que representamos, para saciar vuestra sed de venganza. Así de claro. Momento es, pues, de poner a cada uno en su sitio. ¿Intuís de lo que pueden ser capaces unos padres que saben de la inocencia y tortura de sus hijos presos? No vais a tardar en comprobarlo. Lo contrario sería renegar de nuestra condición de progenitores, Señoría. Por nuestro pueblo, no te digo que no, podríamos asumir este inmenso dolor, pero jamás para dar satisfacción a vuestros bajos instintos. Ni tú ni el consejero cipayo vais a amargarnos durante más tiempo la existencia. Porque, salvo que el Supremo cobije menos histeria y más coherencia, si no podemos compartir hogar con nuestro hijo libre, compartiremos cárcel con nuestro hijo preso.

4.2.08

¿Cuanto peor, mejor?

Luis Beroiz Padre de imputado torturado
GARA > Idatzia > Kolaborazioak

2008 enero 23


No sé si estas cosas que digo tienen encaje en la definición de apología ni me importa. Cuando el corazón se encamina por el sendero de la solidaridad, hay que dejar que ande y alcance su destino

Tres años después del último, la Audiencia Nacional ha vuelto a citarnos en Madrid para un nuevo juicio. Confieso que he tenido mis reparos por querer robar este espacio y gastar vuestro tiempo con algo que, si lo cotejamos con la que está cayendo alrededor, resulta casi irrelevante, sin apenas valor mediático, intrascendente. Porque ¿qué representa la presencia de un puñado de presuntos en el banquillo por disturbios callejeros, si lo comparamos con el encarcelamiento de líderes comprometidos con la paz, o con la arbitraria, por indocumentada, sentencia del 18/98, o con el alargamiento de condenas a presos cumplidos hasta conseguir hacerlas perpetuas, o con la más que segura ilegalización de partidos honestos donde los haya o con el trato dispensado a Gorka, Igor y Mattin en los calabozos de la Guardia Civil, por citar sólo algunas de las más recientes vejaciones? Apenas un tirón de orejas se nos antoja lo nuestro. Pero no es así. ¡Claro que no es así! En esta comparecencia, prevista para los días 24 y 25 de enero, se van a dar unas circunstancias que me atrevería a catalogarlas, como mínimo, de peculiares, por la carga que conllevan.

Porque allí se sentarán de nuevo 16 jóvenes, la mayoría de los cuales ya fueron absueltos y puestos en libertad con anterioridad, tras demostrar que las falsas acusaciones habían sido obtenidas mediante tortura, tras presentar coartadas que todavía tienen ruborizadas las paredes de la sala y tras dejar en evidencia a politiquillos autóctonos cuyo alimento básico son la venganza, el odio y la mentira. La ekintza que va a enjuiciarse ahora, casualmente dos meses antes de unas elecciones generales, se remonta ni más ni menos que al año 2000. Muchos, muchos años de desesperante espera.

Y allí, a pesar de los pronunciamientos parlamentarios en contra de la vigencia de los tribunales de excepción que nos van a juzgar y a favor del archivo de todas las causas iniciadas por causa de los malos tratos, el tripartito, los tres, volverán a enviar a sus encapuchados con un único objetivo: que nuestros hijos se pudran en la cárcel y que a nosotros, sus familiares, no nos quede otra salida que enfermar por causa de su ausencia. ¡Qué poco tiempo ha hecho falta para comprobar la vacuidad de vuestras palabras! Palabras bonitas, eso sí, lehendakari, pero siempre falaces y casi siempre electorales.

Allí también, en Madrid, y esto sí que es importante, entre los imputados nos espera un amigo, un hijo, un hermano. Dos veces detenido, otras tantas torturado y por dos veces absuelto; hace poco, tercera vez detenido y por tercera vez torturado. Un récord macabro. Allí nos espera. Nuestra mirada, al entrar en la sala, nuestra sonrisa y nuestro grito de ánimo serán primero para él y, luego, para el resto: Jon, Ugaitz, Iker, etc. No sé si estas cosas que digo tienen encaje en la definición de apología o enaltecimiento ni me importa. Cuando el corazón se encamina por el sendero de la solidaridad, hay que dejar que ande y que alcance su destino sin trabas. Es impropio de racionales intentar detenerlo.

Animo, Gorka. En esta vista hasta podría suceder que, entre los emisarios de Balza, reconozcáis, tras el biombo, la voz de quien os torturó hasta el aniquilamiento en los modélicos calabozos del tripartito. Y, aunque lo sabéis, me encanta repetirlo: estamos, estuvimos y seguiremos estando siempre con todos vosotros. Seguimos firmes, y cuanto peor lo hacen, más somos, por mucho que un emergente adivino, que hizo añicos la objetividad en EiTB, se disfrace de profeta y augure, en su primer spot, la desaparición de aquellos que le sacan los colores. ¡Listillo! ¡Menuda colección de dominicos la que manteníais agazapados en la reserva, burukide! Y todos con el mismo sermón ¡qué plastas!

Allí, ese día, en alguna sala contigua, ya es casualidad, también estará Marian, alcaldesa que, amén de consecuente con el mandato conferido por su pueblo, tiene todo el derecho a querer, a odiar, a elogiar, a criticar, a aplaudir, a abrazar y a recordar, como es el caso, a quien le venga en gana. ¡Faltaría más! ¿Es éste, Koki, el primer paso para encarcelar en breve a las madres que portan con orgullo las fotos de sus hijos presos? ¿No estabas tú entre los que agasajasteis a Vera, a Barrionuevo y a Galindo a las puertas de la cárcel? Estos ni siquiera han sido juzgados. ¡Cuánta basura y qué maloliente, Koki!

Me gustaría, y con esto acabo, que allí, en la sala, estuvieran con nosotros los consejeros Tontxu y Joseba, junto a Jon Mirena, para grabar y trasladar lo que ocurra a esa nueva asignatura con la que pretenden intoxicar a nuestros vástagos. También agradecería, ya que el juicio se celebra en Madrid, tu presencia, Koki, para que me cuentes las historias tan espantosas que, en privado te ha tenido que confidenciar tu amigo Rubalcaba, otro dominico. Tampoco estaría de más que acudiese el Ararteko, para no ser yo, Iñigo, sino tú directamente el que compruebes la veracidad de tus valientes conclusiones sobre el trato con el que el tripartito -los tres- obsequió a nuestros hijos en sus angélicos calabozos.

¡Aurrera, mutilak! No os preocupéis por vuestros viejos. Estamos más arretxos que nunca. ¿Cuánto peor, mejor? Pudiera ser. El delirio del opresor nos está llenando la alforja de razones. Y el mundo lo está visualizando. La verdad siempre gana. Nos vemos en la jaula.

1.2.08

El preso, la Policía autónoma y la huella

Luis Beroiz (padre de imputado torturado): El juicio ha quedado visto para sentencia. En ella, sabremos a quién creen los magistrados: a quienes han mentido siempre o a quienes siempre han dicho la verdad.

Luis Beroiz (Para
Kaos en la Red)
[31.01.2008 12:44]

Yo invité al juicio a los Consejeros de Educación y de Justicia para que contemplaran cómo su colega el Consejero de Interior había obligado a sentarse en el banquillo, ocho años después, a un joven que, el día de la acción que se le imputaba, estaba preso en Alcalá Meco, tirando de presupuesto. ¡Una pena que no me hicieran caso, porque la lección resultó ejemplar para sus próximas intenciones pedagógicas!. Invité, también, al Ararteko para que viera in situ los ojos desorbitados del fiscal, el rechinar de togas y el murmullo del público asistente, al escuchar al injustamente encausado. Se trataba de otro despiste, el segundo tras el de nuestro hijo, confirmatorios ambos de que las listas de presuntos las confecciona a voleo la Ertzantza y se firman bajo execrable tortura, como atestiguan los detenidos, y como muy bien acreditaste en su día, Iñigo, y me temo vas a tener que volver a acreditar ahora.

Les invité porque sabía que los medios dependientes de comunicación iban a ocultar este hecho trascendental, como así ha sido. Nada más emerger la primera gran mentira de la mañana--de nuevo el Consejero de Interior había divinizado a otro vasco, ubicándole en dos lugares distantes a la vez--los jueces debieran haber suspendido la vista y cursado una orden de detención tanto de Balza como de quienes le rodean. No insistiré más en esta iniquidad, pues ya lo hice cuando nos aporreó la otra. Que la valore cada cual. Prefiero gastar página en la segunda gran mentira de la mañana.

En la vista se habló de hallazgos. Concretamente de una bolsa encontrada en el lugar de la acción, con la huella del pulgar de uno de los encausados. Milagro es que sólo encontraran una pues, precisamente en esas fechas, el propietario de la dactilar prestaba—con contrato escrito--sus servicios de cajero y mantenimiento en una gran superficie y colaboraba, a turnos, de camarero en una txozna de una agrupación cultural, situados ambos establecimientos, casualidad, en la mismísima calle de los hechos, a muy pocos metros de distancia entre sí. Quiere esto decir que, aparte de en las miles de bolsas que manejó por compras, el imputado depositó su huella en decenas de ellas conteniendo basura o productos desfasados, y que luego desalojaba de ambos lugares a contenedores, no sólo el día de autos sino también los días anteriores y posteriores. Se puede asegurar, sin error, que se trataba del joven del pueblo que más bolsas de todos los colores había manipulado esos días, por razón de su trabajo.

La mentira, sin embargo, no está en el hallazgo de la huella en la bolsa, sino en el contenido indemostrable que la Ertzantza declara en el juicio, ocho años más tarde, haber encontrado en ella, en la falaz historia que construyen. A nosotros y a nuestros abogados nos suscita justificadas sospechas una cadena de incongruencias que ponen en entredicho, una vez más, la versión policial.

Ni en los interrogatorios a que es sometido el encausado a pesar de que se le pregunta por esta acción, ni en la información exhaustiva que se da a los medios de comunicación tras las detenciones, ni en las primeras diligencias ante el juez, a pesar de que también se le pregunta por estos hechos, se menciona para nada el hallazgo de bolsa alguna conteniendo artefactos y huellas del detenido, circunstancia ésta que, cuando se da, acostumbra a ser lo primero que se airea con grandes titulares, en todas las detenciones. Raro, ¿no? Más tarde, cuando los jueces determinan libertad provisional para los inicialmente 19 imputados por estos hechos, a uno de ellos le imponen fianza por un indicio menos contundente que éste y a éste no. Rarísimo, ¿no? En ninguno de los juicios anteriores, muy similares a éste, se ha aportado huella dactilar alguna, porque las acciones se desarrollan siempre con guantes, según la policía. Resulta extraño que, esta vez, casualidad, se les olvidaran en casa.

La defensa, que se enteraba ahora del supuesto contenido, en sus conclusiones habló de dilaciones indebidas, de actas levantadas a destiempo, de entregas extemporáneas a la autoridad, de métodos subrepticios en referencia a la actuación policial, de caos judicial. Ni entro ni salgo. Mi reflexión va por otros derroteros. Yo me pregunto, ¿qué credibilidad merece una policía que, entre otras muchas patrañas menores, perjura sobre la forma de obtención de inculpaciones, se encuentra absueltos por coartadas serias a la gran mayoría de sus imputados, hace correr con muletas y que ha convertido en dioses, no a uno, sino a dos muchachos, por bilocación? Una bolsa con huella en poder de estos farsantes es una joya, da mucho juego a la imaginación y puede llenarse de virtuales artefactos o de heroína confiscada si de una acción por drogas se tratara o de geranios si de un asalto a una floristería. Incluso es fácil impregnarla con huellas de otros, conozco cien formas. Ellos saben por experiencia que sus solas declaraciones no cuelan, no están colando, y tienen que vestir el muñeco, que es lo que han hecho.

El propietario de la huella, lo habréis adivinado, es nuestro hijo. Hijo con el que, es el momento de decirlo, en la media noche de autos, a la misma hora de la acción, estábamos mi esposa y yo, sin que viéramos que portara ni capucha ni guantes ni petardos incendiarios. En las acciones de los seis juicios anteriores que sólo el azar nos ha hecho ganar, no sabríamos decir dónde se encontraba. Esa noche de fiestas, sin embargo, acorde con lo declarado en comisaría y ante el juez, estaba cubriendo el puesto de camarero en la txozna de Patakon y nosotros, como todos los días, a este lado de la barra, tomando la primera copa después de cenar, junto a otros clientes que han testificado en el juicio, a pesar de resultar damnificados en la acción. Así consta, me refiero a nuestra presencia, en la declaración que se realiza ante notario por parte del testigo. Nuestro testimonio, sin validez por parentesco ante los jueces, tiene la credibilidad, al contrario que el de ellos, de quien ha ido desgranando sólo la verdad, día tras día, desde la detención de su hijo.

El juicio ha quedado visto para sentencia. En ella, sabremos a quién creen los magistrados: a quienes han mentido siempre o a quienes siempre han dicho la verdad. Muchos opinan que sí, pero yo no creo que la ubicación de esta vista dos meses antes de las elecciones, o la presencia de una docena de cámaras de televisión, cuando en los anteriores con mucha más petición no hubo ninguna, o el cambio inesperado de magistrados a última hora, adjudicándonos a la misma ponente que ejerció en el 18/98 sean indicios de sentencia condenatoria. No. No me lo creo. De cualquier forma, una huella es sólo un indicio, dice la defensa, que debe ir acompañada de pruebas complementarias contundentes para su validez. Y aquí se da el caso contrario.

No puedo acabar sin referirme al Consejero de Interior, encaramado de nuevo al podio del ridículo y de la patraña. La última vez que le vi, arropaba a su predecesor en el cargo precisamente contra aquellos ante los que, el mismo día, nos había hecho ladinamente comparecer. Clavó sus colmillos en nuestras carnes hace ocho años y se resiste a soltar, a pesar de los golpes que recibe. No creo que prosperen sus ardides, pero, en todo caso, debe saber que le quedamos nosotros: un padre y una madre, que estábamos con nuestro hijo, la medianoche de autos.

28.1.08

Un joven estaba preso el día de los incidentes por los que se le juzga

GARA > Idatzia > Euskal Herria

Los catorce jóvenes vizcainos que están siendo juzgados en la Audiencia Nacional por haber participado en los incidentes ocurridos en las fiestas de Galdakao del año 2000 negaron su implicación en los hechos y denunciaron que las autoinculpaciones en las que se sustenta el sumario fueron obtenidas bajo tortura por la Ertzaintza. Como evidencia, los abogados defensores demostraron que uno de los imputados, Kepa Saratxaga, estaba encarcelado en esas fechas.

Manex ALTUNA

El juicio contra catorce jóvenes vizcainos acusados de participar en unos incidentes registrados el 16 de setiembre de 2000 en Galdakao comenzó ayer en la Audiencia Nacional. Todos ellos negaron su participación en los hechos y denunciaron que las autoinculpaciones en las que se basa el sumario fueron obtenidas bajo torturas a manos de la Ertzaintza. Como muestra de ello, revelaron que uno de los encausados estaba preso cuando se produjeron los hechos.

A pesar de ello, el fiscal solicita tres años de cárcel por un delito continuado de daños y otros dos años por desórdenes públicos para cada uno de los acusados, además de una indemnización de 220.000 euros por los daños ocasionados.

Entre los imputados que declararon ante la Sección Primera de la Sala de lo Penal se encuentran los vecinos de Uribe Kosta Urtzi Paul Larrea, Endika Lejarzegi, Ekaitz Bilbao, Aimar Hidalgo, Kepa Saratxaga, Martín Etxegarai y Gontzal González. También están encausados en este sumario Andoni Beroiz, Iker Lima, Jon Crespo, Ugaitz Pérez, Xabier Arriluzea y Asier Arriola, así como Gorka Lupiañez, que el pasado mes de diciembre fue detenido por la Guardia Civil en Berriz y denunció haber sido salvajemente torturado mientras permaneció incomunicado.

Los procesados relataron que los malos tratos y las amenazas recibidas por parte de la Policía autonómica fueron el motivo por el que realizaron declaraciones policiales en las que se autoinculpaban de los hechos e implicaban a otros.

En este sentido, fue significativa la prueba aportada por los abogados defensores de los jóvenes, que revelaron que uno de los imputados, en concreto Kepa Saratxaga, se encontraba encarcelado en la prisión de Alcalá-Meco cuando se registraron los incidentes y, por lo tanto, era imposible que pudiera participar en ellos.

No es la primera vez que ocurre algo similar con los sumarios abiertos por «kale borroka» tras la redada realizada en otoño de 2002 por la Ertzaintza. Y es que Andoni Beroiz estuvo dos años preso acusado de un ataque ocurrido en Galdakao por las declaraciones obtenidas en comisaría, cuando la Policía autonómica sabía de la existencia de un parte que demostraba que el día y a la hora en la que se produjeron los hechos había tenido un accidente en Zuia.

En la txosna y un agroturismo

Saratxaga no fue el único que aportó pruebas evidentes para demostrar que no participó en los incidentes que se le imputan. Asier Arriola declaró que se encontraba en un agroturismo en Deba con su novia, que corroboró su versión al igual que el dueño del establecimiento, que testificó en el juicio.

Andoni Beroiz, por su parte, explicó que se encontraba trabajando en una txosna en el recinto festivo en el momento en el que se registraron los incidentes, y un testigo aseguró que estuvo con él.

La defensa hizo saber al tribunal que uno de los acusados, Martín Etxegarai, tenía 17 años cuando se registraron los incidentes y que por lo tanto no podía ser juzgado en la Audiencia Nacional. El juicio continuará hoy con las pruebas periciales y documentales y la declaración de más testigos.

«Estamos en un estado de excepción»


Los miembros del colectivo Gurasoak se concentraron ayer a la mañana frente a la Audiencia Provincial de Bizkaia para denunciar el juicio iniciado contra los 14 jóvenes por unos incidentes ocurridos en las fiestas de Galdakao del año 2000. Según destacó Jesús González, portavoz de Gurasoak, «las pruebas para llevar adelante este sumario están basadas en autoinculpaciones e imputaciones hacia otros obtenidas bajo tortura». En este sentido, declaró que «hablan de un Estado de Derecho, pero comprobamos que existe un estado de excepción en el que los policías no respetan los derechos, los forenses no ven nada y las instituciones tampoco hacen nada ante las denuncias de torturas». Txusa Etxeandia añadió que «lo que pedimos es que nuestros hijos e hijas tengan los mismos derechos que el resto de las personas que viven en esta sociedad» y recordó que «algunos de los jóvenes que son juzgados tienen peticiones de casi 50 años de condenas por imputaciones realizadas tras esta detención».

Recordaron que para este fin de semana se han convocado movilizaciones contra este juicio. El sábado realizarán una manifestación en Galdakao, que partirá de Zamakona a las 13.00, y para el mismo día, pero a las 13.30, se ha convocado otra marcha en la plaza Telletxe de Algorta. En Durango también realizarán una movilización para denunciar el juicio. Manex ALTUNA


Niegan el protocolo contra la tortura a los ocho detenidos de Lea-Artibai

Askatasuna informó ayer de que los abogados de los ocho jóvenes de Lea-Artibai detenidos la víspera por la Policía española solicitaron al juez Fernando Grande-Marlaska, que fue quien ordenó la operación, que aplicara el protocolo contra la tortura diseñado por Baltasar Garzón. Sin embargo, la petición fue denegada y el juez de la Audiencia Nacional no dio el visto bueno a que se grabe el periodo durante el que los arrestados permanecen incomunicados, a que se informe a los familiares sobre su situación y paradero, y a que sean atendidos por un médico de confianza.

Ante la postura adoptada por el juez Grande-Marlaska, el organismo antirrepresivo se preguntó «qué problema tiene la Audiencia Nacional para adoptar esas medidas. Si no va a haber malos tratos, ¿qué tienen que ocultar?». Subrayó que «está claro que la incomunicación posibilita la existencia de la tortura» y consideró necesario que desaparezca ese régimen «para que no haya ningún torturado más en Euskal Herria».

Los representantes de EAE-ANV en Etxebarri, Ondarroa y Markina también mostraron su preocupación por el trato que puedan estar recibiendo los jóvenes a manos de la Policía española. El partido ekintzaile enmarcó la operación «dentro de la estrategia de guerra que está desarrollando el Estado español con la colaboración de PNV y NaBai para hacer desaparecer a la izquierda abertzale del mapa político y poder alcanzar un nuevo acuerdo autonómico».

En este sentido, criticaron la actitud de los ediles de PNV y Aralar en Markina, que alegaron que no había motivos para realizar el martes una reunión en el Ayuntamiento en la que los representantes de ANV pretendían reclamar la derogación de la incomunicación ante la posibilidad de que los detenidos puedan ser torturados.

En cuanto a la situación de los arrestados, ayer no trascendió ninguna noticia sobre su situación, ya que siguen incomunicados. El director general de la Policía y la Guardia Civil, Joan Mesquida, tampoco aportó ninguna novedad reseñable en cuanto a los motivos por los que han sido detenidos y se limitó a decir que están acusados de «ataques a sedes de partidos políticos, instituciones, sabotajes ferroviarios, entidades financieras y mobiliario urbano», sin precisar fechas ni la actuación de cada uno de los arrestados.

Para denunciar esta nueva redada policial y solidarizarse con los arrestados, ayer se realizaron movilizaciones en Markina (300 personas) y Ondarroa (240), así como en Burlata (60). Por su parte, en el Casco Viejo de Bilbo 88 personas denunciaron el juicio iniciado ayer en la Audiencia Nacional. M. A.

POR LOS PRESOS

En los barrios iruindarras de Alde Zaharra (39 personas), la Txantrea (50) y Arrosadia (39), así como en Berango (25), se celebraron ayer movilizaciones en defensa de los derechos de los presos.

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