A quien corresponda
Josu Aspiri, Txaro Zubizarreta, Mariví Ortega y Mª Angeles Sagarna (*)
24/02/03
Han pasado ya varios meses desde que os llevasteis a nuestros hijos. Nuestro silencio de estos días haríais mal en interpretarlo como un sentimiento de impotencia y mucho menos como una muestra de resignación. La enorme solidaridad que estamos recibiendo desde todas las sensibilidades de nuestro pueblo, además de ayudarnos a digerir el tremendo dolor que nos estáis injustamente infligiendo, nos ha servido, estos días, para reflexionar sosegadamente sobre todo lo acontecido y adoptar una decisión, la de tomar parte activa en el apoyo y defensa de nuestros hijos y de todos los hijos cuyas madres se encuentran en situación similar a la nuestra. ¿Hasta cuándo? Hasta que nos los devolváis.
Os los fuisteis llevando escalonadamente, esposados como delincuentes, con la cobertura siempre de una prolífica nube de medios de comunicación que, ya al día siguiente sin tiempo para la demora, comenzarían a escupir, en lugares preferentes y a toda plana, el hediondo veneno que desde Arkaute les ibais suministrando. Tan rápida y bien informada estuvo cierta prensa, que hubo, entre nosotras, quien se enteró de la detención de su hijo ¡leyendo el periódico al día siguiente!. El maridaje Policía-medios de comunicación funcionó engrasado, sin opción a las fisuras.
Os los llevasteis sin molestaros en decirnos ni por qué ni para qué ni siquiera a dónde. Os los llevasteis y, sin respiro, a la mayoría de ellos comenzasteis a torturarlos, lo mismo os daba por el lado psíquico que por el lado físico. A tope, con ganas, con un gran odio, según confesión de los chavales. Tan es así que a algunos de ellos, tras salir de los calabozos y ya en la Audiencia, no los pudimos reconocer como nuestros hijos, realmente no eran nuestros hijos, tal fue el alcance del amargo trago por el que les acababais de hacer transitar. Es curioso constatar el escaso interés que estas salvajadas despertaron en aquellos medios que no habían perdido detalle en la detención ni posteriormente se privaron de destilar imperturbables la versión policial, ocultando, aunque obraba en su poder, la versión familiar, que saben que es la única creíble.
Nos estáis encima tachando de mentirosas porque nuestras acusaciones decís que son falsas. Las denuncias están interpuestas. Y ya tenemos ganas de vernos, torturadores y torturados juntos, a poder ser, que no podrá ser, ante un jurado elegido al azar entre personas de acreditada solvencia. Estamos impacientes por verle la cara al de la cinta enroscada en la muñeca. ¿Porque a quién pretendéis engañar cuando decís que vais a tomar medidas en los calabozos? ¿Dónde está la novedad? Nosotras, para nuestra desgracia, ya tuvimos un teléfono de contacto concretamente el 944895190 desde el que nos mentíais cada vez que nos hablabais sobre el estado de nuestros hijos. También tuvieron forense. Lo que no sabemos es si recogió fielmente lo que escuchó y lo que vio. Estáis acorralados y, por mucho que se vayan incorporando nuevos consejeros a este esperpento, ya casi nadie os cree. Estamos teniendo más credibilidad en vuestras propias bases que vosotros. ¿A dónde estáis empujando a este país tan querido? ¿No tenéis repuesto más joven, más digno o les estáis vetando el paso?
Tras su entrega a la bestia insaciable, ahora los tenemos dispersos y lejos de nosotras, porque así lo acordasteis y propiciasteis en su día, buscando no se sabe qué. Impertérritos, seguís asistiendo a la conculcación de vuestras propias leyes y aceptáis que se elaboren y anuncien otras todavía más duras, «hasta que se pudran». Conocéis que hemos sentido el terror en la carne de nuestros hijos, pero nos prohibís llamaros terroristas. Sabemos también que nunca nos vais a reconocer la condición de víctimas de vuestro terror. Ni os va a parecer cabal que pidamos para todos vosotros las celdas que deberían haber dejado ya vacías nuestros hijos. Tampoco nos extrañaría que nuestro sufrimiento lo estéis alzando ante vuestros amos como trofeo obtenido tras brillante cacería. Puede que hasta oséis decirnos que somos víctimas de nuestros hijos. Puede incluso que intentéis prohibir que nuestro dolor nos duela. Puede. Todo es posible en este mundo vuelto del revés.
Sabedlo, sin embargo, señores de la guerra. Id tomando nota señores de la política. Escuchad, señores de la tortura. Tanto sufrimiento, tanta injusticia, tanta humillación y despropósito, lejos de amilanarnos, está provocando el efecto contrario al que buscabais, nos está fortaleciendo y nos está dando el vigor necesario para luchar por nuestros hijos, que viene a ser lo mismo que luchar por lo mejor de nuestro pueblo. Hasta que los tengamos a todos en casa. Un beso solidario muy fuerte de vuestras amas y aitas. Eutsi mutilak, zuekin garelako! -
(*) Suscriben también este texto Mª Teresa Saiz, Lutxi Mintegi, Juan Ramón Lupiáñez, Luis Beroiz y Antonio Crespo. Son las madres y los padres de Andoni Beroiz, Jon Crespo, Xabier Arriluzea, Iker Lima, Gorka Lupiáñez y Zunbeltz Larrea.
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