13.11.04

No sois nacionalistas

Luis Beroiz - Licenciado en Económicas y Derecho por Deusto
10/02/03

Eres tú Andoni Beroiz?». Su madre, presente aquel día en la grada por intuición de madre y porque desde que salió libre no las tenía todas consigo, contestó:
­Sí. ¿Qué es lo que queréis?
­Tú te callas, porque contigo no estamos hablando...
Era el prometedor inicio de dieciocho horas de angustia en las que no supimos absolutamente nada ni de su paradero ni de su situación ni de los motivos de su detención.
De nuevo tus chicos, burukide, en otro alarde de exquisita finura, como hicieron dos meses antes, se personaron en el frontón Kurutzea de Galdakao, mientras entrenaba a los chavales. Con el agravante, esta vez, de que, al presentarse una hora antes que entonces, se encontraron con más alumnos y, lo que es peor, con alumnos de menor edad. Pero esto, ya se ve, está dentro de un guión sádicamente premeditado y planificado. Os lo llevasteis, otra vez sin duchar, y con lo puesto.
Si me permites un inciso antes de continuar mi relato, te diré que el chaval, en su semana de libertad, fue objeto de un seguimiento constante y descarado allí dondequiera que él iba, daba lo mismo que fuera de compras a Bilbo que a Durango a reanudar sus estudios. No sé si la razón fue protegerle o provocar otro caso como el de Gil, que en paz descanse. Te diré también que por este motivo y por las secuelas de vuestras sesiones de tortura habíamos concertado con una sicólogo el inicio de una terapia absolutamente necesaria.
Sigamos ahora con el itinerario de aquella infinita noche. El primer stop, ya esposado, se produjo antes de llegar a Basauri. Allí le cambiaron de coche y enfilaron hacia Madrid. A punto de tomar el desvío hacia la capital del Estado, el conductor recibe una contraorden para que se dirijan a Gasteiz. Una vez en Arkaute, lo introducen en el mismo calabozo donde lo machacasteis la vez anterior, advirtiéndole que cada vez que oyera la puerta se pusiera de pie con las manos atrás e inclinara profundamente la cabeza.
­Aita. Fueron las seis horas que más terror he pasado en mi vida, incluidos los sueños. Cada vez que golpeaban la puerta o abrían, pensaba que estaba ante el inicio de otro infierno y que se iban a repetir las salvajadas de la vez anterior. Así, otra vez de forma continua, entre risas y vaciles, hasta que me trasladaron a Madrid... Al médico forense ya le dije que no era a él al que yo necesitaba en esos momentos. El destrozo fue síquico más que físico...
¿Qué nombre le ponemos a todo esto, burukide? Que yo sepa, la Audiencia sólo había ordenado que lo trasladaran para declarar. ¿A qué santo tanto terror y dolor añadido? Solicito para vuestro cuerpo armado la Q de oro por su refinamiento. Extensible a vuestra ejecutiva por propiciarlo.
Se ha dicho, burukide, que a Andoni lo dejaron libre por un error judicial. No es cierto. El error judicial se ha producido ahora, cuando os lo habéis vuelto a llevar. Me explicaré. En mi poder obra el auto de libertad en el que de forma sopesada y razonada se dice textualmente por el juez que «estas actuaciones ­las únicas que se le habían imputado a mi hijo tras su tortura y declaración­ no tienen la consistencia prevista para constituir el presupuesto delictivo básico de la situación de prisión provisional, por lo que se estima procede ordenar su libertad». No se equivoca, pues, el juez al liberarlo, sino al ordenar su nueva detención. Su puesta en libertad, para unos error, para otros intención de utilizarlo de cebo, para el chaval una semana de más agudo sufrimiento, provoca tensiones y presiones porque se les desmorona su castillo de naipes. Casualmente fue vuestro periódico el que, enojado quizás por tener que dar la noticia de la liberación de Andoni, señalando con el dedo, deslizó textualmente lo que sigue, recordándoles a los de la Audiencia que «las declaraciones prestadas por otros dos detenidos en la misma operación sirvieron para acusar a Beroiz de intervenir en un total de dieciséis actos de violencia. Ninguna mención, por supuesto, a la forma vil utilizada para conseguir las inculpaciones, aunque las conocen porque obran en su poder.
Y como no hay motivo para entrarlo de nuevo, le enmierdan ahora con las mismas imputaciones con que habían enmierdado antes a los otros detenidos.
­Aita. Todo es un montaje...
Ya lo sé, hijo. Lo supe el día que leí que te imputaban los actos de la Nochevieja de Gernika. Recién operado, me tuviste que llevar a Aoiz, y, mientras aquello ocurría, tú cenabas con nosotros a 200 kilómetros de distancia
Porque tu Ertzaintza conoce por la prensa que hay unos cajeros quemados y deduce que alguien tiene que haberles prendido fuego. ¿Cómo encajar ambos hechos? Pues se tira de archivo y se hace una redada con los más comprometidos. Entre tantos, siempre habrá alguno que, ante el terror de sus métodos refinados, firme. Sea cierto o sea incierto. Eso no importa. ¡Vaya papelón!
Hasta ahora esta tragicomedia ha constado de tres actos: detención, libertad y nueva detención. Falta el desenlace. Porque te darás cuenta de que todo lo que te cuento está ocurriendo sin juicio, antes del juicio. No le deseo a nadie, ni siquiera a ti, las emociones tan fuertes que nos habéis hecho experimentar estos tres últimos meses. Mientras tanto, Arzalluz, supongo que con la gracia que le confirió en su día la paloma y desde esa divina altura, va y nos dice que es Madrid el que tortura y que el alejamiento de presos es un atropello. ¡Más cinismo imposible, jesuita! Para colmo, incluso estáis intentando dejarnos sin abogados, dejarnos sin defensa. Así lo atestigua esa lista de 25 que habéis remitido a Madrid tras la manifestación de Bilbo, mientras les ofrecéis vuestro generoso apoyo moral. ¡Qué sarcasmo, burukide!
Va siendo hora de confesarte algo que fue intuición, en aquellas farragosas chapas que nos dabas a los postres, y que ahora es ya convicción y certeza, sin lugar a ninguna duda. Ese equipo gerontocrático que habéis llevado a Euskal Herria a esta grave situación de sumisión, no sois nacionalistas, al menos no nacionalistas vascos. Ni lo sois ni, escarbando un poco, lo habéis sido nunca. Sois topos rechonchos infiltrados en el seno de un partido que fue honesto, valiente y consecuente mientras en él cohabitaron nuestros padres. Y no lo digo sólo por el cheque en blanco que el Gobierno Ardanza confesó haber dado al Gobierno Aznar y que seguís todavía propiciando.
Se acercan elecciones, burukide. Sólo con que os voten los estómagos agradecidos, las tenéis ganadas. Pero, por si acaso pudiera no ser así, me comprometo con mis líneas a acompañaros en vuestra campaña. Argumentos, está visto que para nuestra desgracia, no me van a faltar. Porque, te lo vuelvo a repetir, sois todos culpables de todas las muertes, de todas las violencias. Tenéis el remedio y agraváis la enfermedad

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