Padre que mira a su hijo preso...

26.2.05

El Supremo anula la condena a 17 años de tres jóvenes

2005-02-26

La condena a 17 años contra Jon Crespo, Andoni Beroiz y Xabier Arriluzea por el ataque a una subcomisaría de la Ertzaintza ha sido anulada por el Tribunal Supremo al no existir pruebas de cargo contra ellos. Sin embargo, mantiene la pena contra Ugaitz Pérez, a pesar de que la Audiencia Nacional señala que «no consta que efectuara acción alguna».

IRUÑEA

El Tribunal Supremo español ha anulado sendas penas de 17 años y medio de cárcel impuestas a los jóvenes vizcainos Jon Crespo, Andoni Beroiz y Xabier Arriluzea, a quienes la Audiencia Nacional había condenado bajo la acusación de haber participado en el ataque contra la subcomisaría de la Ertzaintza de Zornotza en julio de 1998.

La Sala de lo Penal del Alto Tribunal ha decidido absolver a Crespo, Beroiz y Arriluzea al considerar que no ha existido prueba de cargo alguna contra ellos, al margen de la declaración autoinculpatoria realizada por Ugaitz Pérez cuando fue detenido. Pérez denunció haber sido objeto de malos tratos durante su arresto.

El Supremo mantiene la pena de cárcel impuesta a Pérez, a pesar de que en la resolución de la Audiencia Nacional se señala expresamente que no consta que el acusado «efectuara acción alguna» durante el ataque contra la Ertzaintza.

Pese a ello, el Supremo mantiene la condena a ese último joven, al considerar que el hecho de que las diligencias policiales no le atribuyan haber participado en aquella acción se debe a «un evidente error material mecanográfico».

«La única lectura que resulta racional y coherente es la que obliga a conectar la afirmación de que ‘no consta que efectuara acción alguna’ con el ‘resto de personas’ del que no formaban parte los acusados, cuya identidad no ha podido conocerse».

Voto particular

Esta apreciación no es compartida por el magistrado Perfecto Andrés, que ha emitido un voto particular en el que señala que «la resolución de la Audiencia Nacional dice lo que dice y hacer que diga lo que ahora asegura la sentencia del Supremo no es una simple opción de lectura, sino toda una operación de reescritura de la resolución impugnada. Algo, a mi entender, para lo que existe cauce en el marco de este recurso».

Perfecto Andrés añade en su voto particular que Ugaitz Pérez tendría que haber sido absuelto en las mismas condiciones que los otros tres imputados en esta causa.

El Supremo recuerda que la declaración judicial de Crespo no puede ser válida porque no fue interrogado y que la de Beroiz ante el juez de instrucción no fue ratificada. Respecto a Arriluzea, señala que la única prueba en su contra es «la sumamente imprecisa» declaración de Pérez.

A pesar de la anulación de la sentencia condenatoria, Crespo, Beroiz y Arriluzea no saldrán en libertad porque tienen otras causas pendientes.

Nuestro hijo es Dios

Luis Beroiz - Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho
2005-02-26

Que de lo hasta ahora actuado se aprecia que: los imputados Andoni Beroiz Zubizarreta... (siguen otros 11 nombres) provistos de capucha para no ser reconocidos y con guantes de látex a fin de no dejar rastro de su participación, puestos de consuno, sobre las 1,45 horas del día 1 de Enero del año 2000 lanzaron unos 54 cókteles molotov contra el cuartel de la Guardia Civil de Galdakao (Vizcaya) ubicado en la avenida...».

Como única prueba, ésta... «según las declaraciones de (aquí los nombres de tres de los detenidos) que, a presencia policial y judicial, indicaron la identidad de los copartícipes»...

Para cuando este impoluto y níveo auto, de léxico rancio y de intenciones siniestro, fechado el 25 de marzo del 2003, llegó a nuestras manos, ya nuestro hijo nos había advertido, tras las diligencias previas, de que en esa fecha, precisamente en ésa, le sonaba como que era de todo punto imposible su presencia ni física ni metafísica en la avenida de la localidad donde se ubica y sigue ubicando el citado cuartel: «Aita, ese día que dicen que yo estaba lanzando molotovs, entérate bien, investiga, porque me parece que fue el día en que Jokin y yo...».

Nos da la pista y empezamos a trabajarla, sin hacer concesiones a la demora, pues, de confirmarse lo que el chaval nos dice, el canallesco castillo construido en los calabozos de Arkaute se venía estrepitosamente abajo. Nos pusimos, de inmediato, en contacto con Jokin, el conductor del coche accidentado, y nos lo confirma. Pero no basta. Todos sabemos que el testimonio de un amigo nunca es suficiente, no tiene valor para estos desaprensivos. Contactamos con el seguro del vehículo siniestrado y, efectivamente, nos confirman que se había levantado atestado del accidente. Nos facilitan el número de referencia: es el 141M0000001. Nos lo envían y, en él, los ertzainas números 02150 y 01662 escriben, certifican y atestiguan con su nombre y apellidos lo que van ustedes a leer a continuación. «Asunto: Carretera N 622 Vitoria-Bilbao (Por A 68). Término de Zuia. Accidente de tráfico; vehículo NA 7300 AF; Opel Astra. Fecha: 01-01-2000. Hora: 01:45. Día: sábado. NIF Ocupante: 29036777J BEROIZ ZUBIZARRETA ANDONI. Ocupando parte delantera derecha, utilizando cinturón y resultando ileso».

Una mezcla de alegría y de asco, de fortaleza y de impotencia hizo que nuestras carnes se pusieran de gallina. Nuestro hijo era dios. Gracias a la Ertzaintza, ese cuerpo cuya misión es velar por todos nosotros, nuestro hijo poseía el don de la ubicuidad. Nuestro hijo, el mismo día ¡y a la misma hora!, estaba en Zuia (Araba) y en Galdakao (Bizkaia). En Zuia, intentando salir del coche, con los genitales junto a la nuez debido al susto y en Galdakao, lanzando petardos a las dependencias de la Benemérita. Las pruebas del accidente, en los archivos de Interior del Gobierno de Lakua, desde la noche del suceso. Las pruebas del ataque cuartelero, dos años más tarde, tras amistoso interrogatorio a tres de sus amigos, en los mismos archivos de Interior de Lakua. Nuestro hijo, a la vez, en Zuia y en Galdakao a la una cuarenta y cinco del uno del uno del dos mil. Jamás un accidente y su posterior factura nos habían alegrado tanto.

Cuando le comunicamos a Andoni la evidencia del atestado, sólo nos pidió una cosa: que esta prueba se utilizara en beneficio de todos y nunca en beneficio exclusivo suyo, muy especialmente en beneficio de sus tres amigos que le inculparon. Y así lo hemos cumplido, silenciando su existencia, incluso a sus familias, hasta la llegada del juicio por el que el fiscal solicitó, ni uno más ni uno menos, 22 años para cada uno de los doce imputados.

No es éste el momento de maldeciros de nuevo, burukides, cosa que ya hice con anterioridad, incluso antes de conocer estos datos. Volveré, uno a uno, con vosotros, Xabier, Juan José, Javier, Josu Jon, Javi, Joseba. Ahora, me gustaría dirigirme a los muchísimos amigos míos y de nuestros hijos, que, desconocedores probablemente de vuestra calaña e incrédulos ante lo que están leyendo, os han y os siguen manteniendo, gracias a sus votos, en el poder. A vosotros, electores de estos desalmados y por ello corresponsales de estas atrocidades, os pregunto, ¿por qué creéis que tres de sus mejores amigos, nada menos que tres y por separado, confesaron que nuestro hijo estaba donde era de todo punto imposible que pudiera estar? ¿Por qué creéis que sus madres no los reconocieron, ni física ni anímicamente, cuando pudieron verlos un instante, en la Audiencia, recién salidos de los calabozos de Arkaute? ¿Pensáis ahora que nuestras denuncias de tortura, que mantenemos y que debieran abandonar su archivo, se deben a consignas que otros nos han dado? ¿Os cuesta mucho aceptar que incluso los que se autoinculparon pudieron con toda seguridad no estar allí donde, policial y judicialmente, dijeron que estaban? Mi más cálido abrazo a los tres, porque sólo ellos saben lo que pasaron en vuestros nauseabundos calabozos. Y si fueron obligados a firmar mentira en esta acción, ¿pensáis que dijeron verdad en las otras por las que han sido condenados? ¿En qué madriguera se esconderán ahora los jueces que nos han regalado, sin pruebas, sólo con inculpaciones, más de treinta años de cárcel? Pensad por un momento que todo esto le hubiese acaecido a tu hijo o a tu hija ¿no os darían así como ganas de coger el trabuco y tomaros la justicia por vuestra mano?...

«Aita, todo ha sido un montaje. No sabían ni por donde les daba el aire...». Fue lo primero que nos dijo el chaval, y así lo escribí, cuando pudimos por primera vez verle en la cárcel, a través de sus grasientos cristales. Porque, en toda esta historia, la única verdad que se ha oído en los juicios han sido las declaraciones de inocencia de los detenidos. ¿Alguien piensa que todas las fuerzas que nos quedan no van a estar destinadas a llevar al banquillo a toda la larga cadena de indeseables que han propiciado estas y otras injusticias? ¿Alguien piensa que vamos a permitir que se cumplan estas prevaricadoras condenas? Y los medios de comunicación locales ¿publicarán este sencillo testimonio, sobre todo aquellos que tanto magnificaron las detenciones, que tanto aplaudieron, en su momento, la eficacia policial? ¿Existe, acaso, en estos momentos, noticia más importante, pacificadora y ejemplarizante que ofrecer a este sufrido pueblo? ¿Habéis pensado cómo van a salir, porque van a salir, nuestros hijos después de tanto tiempo y después de tantas humillaciones, aislamientos, traslados, dispersión, prohibición de estudios y accidentes de tráfico con resultado de muerte? ¿Están siendo o no están siendo, estamos siendo o no estamos siendo víctimas de terrorismo? Y vosotros ¿vais a seguir votando a consejeros que han alimentado, amparado y justificado estas repelentes acciones con sus calculadas y nunca solicitadas actuaciones y declaraciones? No os pido que abandonéis el partido, eso nunca, sino que lo purguéis de canallas.

Probablemente, burukides, os podremos perdonar un día el desgarro que habéis producido en nuestras vidas, pero ya nunca jamás os vamos a poder olvidar. No os voy a dar descanso hasta que no reparéis todo el daño que nos habéis ocasionado. Nuestros hijos son inocentes: os lo he demostrado. Habéis torturado salvajemente a nuestros hijos: os lo he demostrado. Todos, uno a uno, sois artífices del dolor que impregna Euskal Herria. No tengo otra cosa que hacer en esta vida que denunciarlo e intentar evitarlo. Por el bien de una sociedad, la vasca, mucho mejor sin que con vosotros. -

12.2.05

Hasta vernos en la jaula

Luis Beroiz - Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho
2005-02-12

La reserva para los días que van del 14 al 17 de febrero, ambos incluidos, ya está hecha. Otra vez a Madrid, de nuevo a la Audiencia. Los chavales, alejados, también han sido acercados y se encuentran, ya, instalados en su enésima mazmorra. Está siendo febrero mes de tribunales. Además de nuestros hijos, decenas de otros hijos jóvenes, decenas de maduros comprometidos, ¡hasta nuestra genial amama Emilia!, han pasado y pasarán, este mes, por el banquillo de imputados.

En nuestro caso, si nos fijamos en la duración prevista de las sesiones, si atendemos a la cuantía de la petición que se eleva a 22 años para cada uno de los doce imputados, y si tenemos en cuenta que varios de los que se sentarán en el banquillo lo harán portando condenas recientes superiores a los treinta años, a este juicio podemos adjudicarle, sin dudarlo, la condición de estrella. Suma que te suma, algunos de los chavales pueden salir de la jaula con más de 50 años a sus espaldas, por no haber hecho absolutamente nada, como se ha demostrado hasta ahora y se demostrará, con toda seguridad, también ahora.

A día de hoy, desconocemos si el fiscal asignado será del estilo de aquel otro que insistía en que se podía, recién operado de la rodilla y necesitando llevar bastones ingleses para desplazarse, salir corriendo tras incendiar un coche. Tampoco sabemos si el elegido mantendrá los 22 años previstos o si, insaciable, nos aumentará la petición, alegando errores de cálculo, como ha ocurrido en juicios anteriores. Podría también, en su infinita bondad, proponernos, como se hace con los cromos, reducir su petición a cambio de nuevas confesiones, por más que las sepa radicalmente falsas. Ver venir.

Tampoco sabemos si los jueces con que nos vamos a encontrar serán de aquellos que consideran que sin pruebas objetivas es indigno amén de ilegal condenar y nos los absuelven a todos y nos los mandan para casa o serán de aquellos que vienen ya con los bostezos programados y las sentencias decididas. Para nuestra gracia y desgracia, en sesiones anteriores, hemos degustado los dos sabores. También desconocemos si serán de los acuñados por el anterior o de los marcados a fuego por el actual gobierno, por más que este matiz, la verdad, dada la similitud de talantes, no nos aumenta la confianza.

A quienes sí prestaremos una especial atención, allí en Madrid, será a los ertzainas que, suponemos, actuarán de testigos de la acusación. No puedo evitar un inguinal cosquilleo, burukide. ¿Ensayarán, esta vez, para contestar uniformemente a las preguntas que se les harán tanto desde una como desde la otra parte? En sesiones anteriores, con mayor frecuencia que la deseada, dejaron a los pobres fiscales con el trasero a la vista, aunque, la verdad sea dicha, tampoco es que a éstos ni a los jueces les importarán demasiado ni sus silencios ni sus errores ni sus constantes contradicciones. ¿Volverá, otra vez, a declarar el etólogo-ideólogo experto en gudaris? A falta de pruebas más contundentes, puede resultar de utilidad y ser un buen subterfugio filosofar sobre fines y medios, sobre coincidencias en estrategias, filosofar sobre planes y tácticas desestabilizadoras. ¡Qué bochorno, si vuelve este intelectual de los sótanos de Lakua a repetirnos su patético panegírico! ¿Aducirán, como único argumento, su fantasía sobre el núcleo, célula diríamos ahora, galdakoztarra? ¿Volverán a declarar escondidos bajo sonrojantes pelucas y postizos? ¿O, por el contrario y por fin, se atreverá alguno de ellos a desvelar, en un plante de su conciencia, todos los hilos de la farsa?... Nos tenéis sobre ascuas, burukide.

Sea como fuere, nos esperan cuatro días de insomnio, de escalofríos, de incertidumbre pero, también, de esperanza. Porque si tampoco en este juicio aportáis prueba alguna, si también en este juicio, como en otros anteriores, presentan los chavales alguna coartada irrefutable, te juro que os perseguiremos hasta poneros entre rejas y gritaremos hasta que nos sangre la garganta, ante cuantos quieran oírnos en cualquier rincón del mundo, vuestra indignidad de cipayos.

Eso sí, nada impide que volvamos a Madrid con los zurrones repletos de cariño y de aliento para todos. En especial, para aquellos que inculparon y se autoinculparon bajo la presión de la tortura, porque sabemos que sus firmas en falso no se debieron a una mayor debilidad, sino que estuvieron motivadas precisamente por ser los que más fuerte recibieron y, con toda seguridad, los que padecieron tormentos más sutiles en aquellas terribles noches de Arkaute. Con planear de ave carroñera, burukide, vuestro terror sobrevuela cadencioso Euskal Herria entera. Sus heces se han posado, esta vez, sobre nuestros hombros. Anteriormente, se precipitaron sobre los hombros de otras tantas familias inocentes. ¿Mañana? Nadie, ni vuestros propios hijos si os hiciera falta, está a salvo de vuestras torticeras maquinaciones.

Debiéramos tener todos claro que, mientras no reaccionemos, no sólo individual sino colectivamente, contra estos y otros dolorosos montajes, mientras aceptemos, sin inmutarnos, sentencias sin pruebas y de este calibre, mientras consintamos excarcelaciones de generales asesinos por el simple hecho de tener muchas cosas que callar, mientras permitamos que los puestos y las cargas de trabajo dependan de la estupidez de tanto mandatario inepto, mientras no nos opongamos a construcciones peligrosas e irracionales como pantanos inductores, incineradoras y centrales cancerígenas, mientras... nadie estará exento de sufrir en sus carnes alguna de las mil y una formas descarnadas de terror que, día sí día también, nos aplica esta «casta de los corbatas». No basta con reaccionar puntual, gremialmente cuando de periodistas, cocineros, pequeños comerciantes o de empleados de astilleros se trata. Eso podrá estar bien, podrá ser necesario, pero no es suficiente, incluso puede ser hasta contraproducente. La respuesta, para ser eficaz, tiene que ser de todos en todos los casos, y tan despiadada como lo está siendo la ofensa. ¿Involución? ¿Revolución? ¡Que alguien nos diga por qué no!...

Nos encantaría que a este juicio, por su condición de estrella, acudiera mucha gente. Que acudiera Urkijo de Derechos Humanos, Maixabel de las víctimas, Azkarraga de Justicia, supervisores de Universidad, de Colegios diversos y de Organizaciones supraestatales. Que acudieran Balza, sus torturadores y, en especial, los medios, querido Bergaretxe, que jaleasteis sus detenciones. Nos gustaría ver a algún miembro de esa iglesia, vergonzante en su silencio, dispuesta siempre a desempolvar y blandir sus bien conservados palios dorados. Nos gustaría que se celebrara en una gran plaza para que cupieran todos. Porque nos dicta el pálpito que podemos estar ante un juicio tremendamente esclarecedor, definitivo.

La gente, los amigos, es curioso, nos desea suerte, mucha suerte, en nuestro viaje. No postulan justicia, porque saben que está toda vendida, que es fruta agotada. A pesar de ello o precisamente por eso, nos sobran orgullo y fortaleza. Es muy grande el apoyo, son innumerables los que están con nosotros, la solidaridad nos desborda. Con las alforjas llenas de ánimo, pues, vamos a Madrid, ilusionados, sabiendo, sí, que dependemos del albur de un tribunal, pero, sabedores, también, de la dignidad que allí nos espera, esa que derrochan a raudales nuestros hijos. Aupa, mutilak! Nos vemos en la jaula. Jo ta ke, irabazi arte! -

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