13.11.04

Carta para cuatro condenados

Luis Beroiz - Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho
06/06/04

Supongo vuestra alegría, chavales, cuando os informaron de que, en lugar de los 18 años que la fiscal había solicitado, los jueces os rebajaban a 17 y medio la condena. ¿Habéis dado las gracias por ello? ¿No? Pues ya lo estáis haciendo ¡desagradecidos!
La verdad pura y dura es que, en el juicio, os limitasteis a demostrar fehacientemente no sólo vuestra inocencia sino la certeza de las torturas a que fuisteis sometidos. En aquella jaula de cristal se palpaba alegría, compromiso y despreocupación, reflejo de la tranquilidad de vuestra conciencia. En la sala, sin que ello mereciera vuestra atención, un grupo de agentes de la policía autónoma española se esforzaba en influir en los magistrados narrando pánicos insuperables, llamaradas descomunales y riesgos inconmensurables para su vida.
El motivo de escribiros es que acabo de recibir la sentencia y quiero compartirla con vosotros. No lo haré bajo la perspectiva de mi formación jurídica porque se me iban a nublar los ojos ni como padre de condenado para no pecar de subjetivismo. Lo haré desde la perspectiva de ciudadano amante de la verdad y de las cosas claras.
De entrada, el veredicto da por probado, sin probarlo, que «los tres acusados conformaban el grupo de Galdakao». De hecho pertenecéis a cuadrillas diferentes del pueblo pero esta aseveración gratuita no es inocente, como veremos más tarde, sino que lleva adosada una poderosa dosis de cicuta. A ti, Ugaitz, no te incluye en principio en el grupo, incluso parece absolverte cuando dice un poco más abajo textualmente que «no consta que efectuaras acción alguna de las expresadas a continuación», aunque sólo cinco líneas más adelante te involucrará, como uno más, en los ataques. Dejémoslo en un ligero e intrascendente lapsus de los magistrados. Luego dicen: «la prueba de carga viene dada fundamentalmente por las declaraciones sumariales de Ugaitz Pérez y de Jon Crespo y, sólo como corroboración, la declaración sumarial no ratificada judicialmente del acusado Andoni Beroiz».
Fíjate bien Jon en lo que viene porque, como las declaraciones no son suficientes para condenar, lo adornan con un argumento sorprendente por indecente. Dicen «la declaración de Jon Crespo es prueba de cargo no tanto de los hechos de esta causa, pues se omitió preguntar sobre los mismos, como en lo relativo a la forma de constituirse el núcleo que lleva a cabo diversas acciones coincidentes con los fines de la organización». O sea, Jon, a ti ni te preguntan ni dices nada ni te comes esta ekintza en los calabozos de Arkaute, eres inocente, pero por tu capricho de constituir presunto núcleo ¡toma castaña!, diecisiete años y medio. Lo que la Ertzaintza no logró con tortura ahora lo intentan los jueces con fórceps.
Y tú, Andoni, agárrate a las baldas de cemento, porque la perla que te dedican no tiene desperdicio «la declaración del acusado Andoni Beroiz no es prueba en sí misma y, además, tampoco se le pregunta por los hechos de esta causa, pero corrobora lo anterior de Jon Crespo». O sea, eres inocente, pero como dicen que Jon no lo es porque ambos constituís núcleo, otros diecisiete años y medio. Si los jueces que te absolvieron en el primer juicio llegan a usar este mismo peregrino argumento, tu cadena sería perpetua. ¿Les sancionarán por no hacerlo?
Tu condena, Xabier, ni se han molestado en argumentarla ni en justificarla, pero, como al resto, también te regalan con otros diecisiete años y medio.
Pero no acaba aquí el absurdo, chavales. A Jurdan, Kepa y Arkaitz los absuelven, como no podía ser menos, «porque la declaración inculpatoria que efectúa Ugaitz no se concreta en cuál pudo ser la actuación de aquellos pues se limita a decir que los vio en el lugar de los hechos y, además, Kepa y Jurdan ofrecen una coartada de su presencia en otro lugar con cierta base documental». O sea, o los vio o no los vio. Los magistrados han decidido que no los vio y es en lo único que tienen razón. Pero no se han preguntado por qué Ugaitz dijo en comisaría y ante el juez ver lo que no vio, por mucho que en otra parte de la sentencia afirman que «rechazan que la declaración policial y judicial de Ugaitz no se haya emitido libre y espontáneamente». ¿En qué quedamos? Resulta extraño que ellos, tan deductivos para lo que quieren, no se hayan puesto a pensar que, quizás, las declaraciones estaban ya preescritas y que sólo restaba firmarlas, de ahí la necesidad, volvemos siempre a lo mismo, de la tortura que os infligieron.
Y, ahora, antes de escuchar lo que viene, rogad a los funcionarios que os esposen a los barrotes de la celda para evitar el destrozo del mobiliario. Porque tú también, Ugaitz, presentaste coartada. Pero claro, si admiten la tuya, todo el andamiaje se les viene abajo. Por eso no tienen recato en escribir «en relación con la presencia del acusado Ugaitz en el Tour de Francia (concretamente en Pau) en la fecha de los hechos sobre la que han declarado dos testigos, su testimonio no puede ser aceptado como concluyente por el Tribunal. El transcurso del tiempo hace difícil creer que los testigos puedan recordar con exactitud el día que vieron a Ugaitz. Así lo pone de relieve manifestar que el 17 de julio era viernes, cuando en el año 1998 el 17 de julio era jueves y no viernes».
Te rechazan la coartada, Ugaitz, no porque no estuvieras en el Tour aquella noche, que sí lo estabas, sino porque es difícil acordarse y, además, el testigo que llevas se equivoca y dice que el 17 de julio del 98 era viernes. Vayamos por partes. Acordarse de haber estado ese año en las etapas pirenaicas ­no se va todos los días ni todos los años a un Tour­ es mucho más fácil que olvidarse. Además, ¿no es patético que sí den crédito a tu presunta declaración en la que dicen que diste minuciosos detalles de la ekintza y no den crédito a la declaración de tus testigos que es de la misma fecha? Y si aceptan que los compañeros absueltos y sus testigos se acuerden de sus coartadas ¿por qué rechazan que alguien se acuerde de haberte visto ese día en Pau? Pero es que, además, y esto es de paredón, el 17 de julio del 98 siempre ha sido viernes, como dijeron los testigos y no jueves como dicen ahora los jueces. Sin embargo, no les importa cargarse el calendario si con ello se cargan la coartada.
Hay muchas más contradicciones, éstas son sólo una muestra. No sólo no prueban sino que desbarran. Por eso, si Dn. Jorge, Presidente Ponente, Dn. José Ricardo y Doña Rosa Mari, magistrados acompañantes, se creen que con estas inquisitoriales, aterradoras y vergonzantes sentencias van a privar para siempre de sus hijos a Txaro, a Mariví, a Mari Tere y a Juan Antonio, se equivocan. Porque entre todos, amas, aitas y cuantos quieran adherirse, vamos a constituir un núcleo, un comando armado de infinitas razones, para dar a conocer estos esperpénticos veredictos por todos los confines, para convertirlos en best seller y con la seria intención de llevarlos al celuloide. Bush jamás pensó que su biografía iba a ser vencedora en Cannes. Así pues, esta sentencia, y las que vengan si vienen así, además de recurrirse, no vamos a dejar que duerman su podre en los archivos de Aranzadi. Son perlas únicas nacidas para ser lucidas.
Esta sociedad sedada se está desperezando, chavales, y vamos a luchar hasta que despierte. Animo, mutilak, sobre todo tú, Ugaitz, que eres, lógicamente, el que peor lo estás pasando. Estamos contigo. Os queremos ver a todos con la cara de dignidad, con la cara de inocencia, con la cara de gudaris con la que os hemos criado. Cuantas menos razones tienen, más palos nos quieren dar. Cuantos más palos nos dan, menos razones tienen. Jo ta ke, irabazi arte.

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