Padre que mira a su hijo preso...

7.8.05

Segunda amarilla

Luis Beroiz - Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho
2005-08-06

No vamos a desmayar, lehendakari. Ni nos vamos a cansar ni vamos a tirar la toalla. Ni nos va a abandonar la esperanza. La verdad es única y no es porcentuable ni repartible. La dificultad, al principio, suele estar en conocer quién la detenta. En el caso que nos ocupa, con vuestro torpe proceder, ¡mira que sois torpes!, nos la habéis entregado envuelta en papel de regalo. Es toda nuestra, una mina de un valor incalculable que, filón a filón, iremos explotando, sin prisas, por más que, con la ayuda de un montón de subvencionados pendejos que callan y pasan de puntillas, estéis tratando por todos los medios de ocultarla, como única opción de enganche. Sigues sin hacernos caso, lehendakari; eres cruel y cobarde; tu verdadero rostro es el que sacaste cuando hiciste alusión a unas supuestas alimañas, aquella faz desencajada por el odio y la impudicia; tus sonrisas posteriores no pasan de ser huecas muecas de cartón y de piel de tritón.

Te voy a poner al día, Juan José. En mi anterior recordatorio, a Jon Crespo -eutsi, mutil, ta beti aurrera!- torturado por tu Ertzaintza hasta la extenuación, torturado por tu partido hasta el aniquilamiento, en definitiva, por vosotros hasta la autoinculpación, te comentaba que le habían condenado a 47 años. Pues, apunta, Juan José. Le acaban de adjudicar 10 más y ya suman 57 años los que tiene de condena. Por no hacer nada, como tú bien sabes. Sólo por pasar cinco días y cinco noches en vuestras franciscanas manos. Junto a Jon, habéis condenado a la misma pena a su familia, a mí mismo, a sus amigos, a toda la juventud vasca, a este país.

Y mira que se te pide poco, sólo que reconozcas los hechos. Tony Blair, aunque vaya a seguir matando, ha reconocido su error brasileño y se ha hecho responsable. Antes, el mismísimo George Bush, aunque siga matando, reconoció su metedura de pata con las armas de destrucción masiva y pidió disculpas a su pueblo. Hasta el juez Hernando ha reconocido su premeditada equivocación. Los tres son despreciables, pero han sido sinceros. Tú, no. Tú, como ellos, sigues deteniendo inocentes, los sigues incomunicando, los sigues entregando a sabiendas de lo que les espera, pero no estás teniendo la valentía de reconocer lo que aconteció en los calabozos de Arkaute. Tu cobardía te hace el más despreciable de todos. ¿Vamos a tener por fuerza que acudir al presidente filipino para que solicite clemencia para Jon, sólo porque te niegas a aportar la prueba de su inocencia?.

A la vuelta de los USA, supongo que ni desharás la maleta. Allí donde vayas de vacaciones, agua salada o dulce, quiero que sepas que Jon pasará las suyas en la estepa salmantina, 22 horas de 24 encerrado con sus arañas, sin llevar tan siquiera la rama de un árbol a sus ojos, soportando temperaturas infernales, sin poder hablar ni jugar con nadie, inocente, solo con su condena, humillaciones ni te cuento. Sus familiares y amigos seguirán jugándose la vida en esa carretera, especialmente peligrosa en esta época. Por eso, cuando te bañes o des pedaladas o asciendas cumbres o, simplemente, te la saques para aliviar la vejiga, me gustaría que los tuvieras presentes, y que su recuerdo te atormentara no más pero tampoco menos que lo que tu silencio les está atormentando a ellos. Comenta con tu señora qué haríais si esto le estuviese ocurriendo a una de vuestras hijas o a las dos.

Josu Jon, supongo que con tu venia, nos acaba de hacer una interpretación clarificadora del Plan al que diste nombre. Y nos revela que, aquí, lo único que cabe es la coyunda con el contrario y otros 25 años de papeo y a cantar aquello de la nación poderosa que jamás dejó de vencer. ¿Alguien esperaba algo diferente, una vez acabadas las elecciones? ¡Qué alivio tuvo que sentir el colectivo de Químicos cuando este chico optó por dedicarse a la política, y qué miedo les tiene que dar la mera posibilidad de su retorno! Si todos aquellos, menos pero muchos aún, que, con sus votos, os han aupado y os mantienen donde estáis, son conscientes de su utilización y lo consienten, si, conocedores de lo que nos está pasando, lo aceptan y lo aprueban, entonces, podemos gritar que estáis convirtiendo Euskal Herria en una cloaca abarrotada de más babosas, anfibios, sanguijuelas y cucarachas que amapolas suelen adornar los sembrados castellanos en los días previos a la siega.

A la vuelta de vacaciones, toca poner en marcha tu prometida mesa para el diálogo. Ay, ama. Me da, Juan José, que vas a intentar caer en la tentación de adjudicarte el papel de árbitro de una contienda entre malos. Sería una nueva torpeza, otra más de tu parte. Porque a esa mesa eres el que más sangre, sufrimiento, zancadillas y muertes aportas. Tu problema, de nuevo, va a ser reconocerlo. En estos momentos en que escribo, Euskal Herria está activada por una Guardia Civil que tiende redes, por una Policía que no cesa en sus razzias nocturnas «Galdakao zurekin, Ainara!» y con tus cipayos reventando homenajes «Ez ahaztuko, Imanol!» y golpeando con sadismo. Pido que sea vuestra violencia la primera que deba deponerse y depositarse sobre la mesa de negociaciones.

Y, casi sin darnos cuenta, va y nos pare la abuela. La que faltaba ha saltado al ruedo. Permíteme, Juan José, que me dirija directamente a ella, porque es de mi pueblo. Siempre había pensado, Idoia, que con tus números, tus cupos y tus visitas al sastre estabas, ya, suficientemente entretenida y no te he hecho merecedora de mi atención. Hasta que, aprovechando tu oportunidad, has sacado a pasear la bífida. Hasta que has entonado un panegírico de tu Ertzaintza por su inmaculada actuación y has dedicado unos encendidos reproches a no sé quién por callar y no condenar no sé qué. Tú, Idoia. Precisamente tú, de cuyo pueblo son los torturados y en cuyo pueblo vivimos sus familias, tú que te sientas a la vera del torturador y obstructor de justicias, tú, Idoia, que ocultas las torturas demostradas de tus cipayos, tú que ni las condenas ni tan siquiera las reconoces, precisamente tú, nos vienes ahora con este sarpullido de sandeces e insensateces. ¿Sabes, Idoia, que en las ekintzas imputadas al chaval de tu pueblo, y que cada día estoy más convencido que fueron obra de uniformados, participaron en unas 10, en otras 20 y hasta 30 personas en otras y que sólo Jon ha sido condenado, porque todos los demás hemos demostrado que no podíamos estar donde tus elogiados cipayos dijeron que estábamos y sin que hayan sido capaces de aportar ni la más mínima prueba contra él? En Usansolo, me dicen, andan rastreando un trozo de césped para levantarte un monolito. ¡Qué bajo has caído y cuánto daño nos haces, Idoyita!...

Permite, lehendakari, que, ahora, le dirija unas palabras a un recién llegado. Bienvenido, Tontxu, al círculo de los elegidos, por más que vuestro acceso haya estado precedido de las bajas involuntarias de sus anteriores ocupantes, los únicos sanos que había en la camada y que, se supone que por eso mismo, han sido cesados. Un favor te voy a pedir, antes de que me cojas manía, que no creo. Resulta que todos los trabajos que, estos tres últimos años, he venido realizando para tu anterior Departamento, los he tenido que hacer a pelo, empezando de cero, porque el indeseable señor que se sienta enfrente tuyo, también de gafas, se llevó un día mi ordenador de casa, el mío, con todas mis herramientas dentro y no me lo ha devuelto. Si lo remitió a Madrid, es su problema. A mí me lo robaron los embozados a sus órdenes. ¡Hatajo de sinvergüenzas! ¿Para cuándo, Tontxu, un programa, no ya de calidad sino de dignidad, para toda esta gentuza? Esta vez te lo aplicaría de forma gratuita.

El Supremo revoca una condena de diez años impuesta por una inculpación en Arkaute

Admite que no hay mas prueba contra Andoni Beroiz que la declaracion de otro detenido.

El Tribunal Supremo español ha absuelto al joven Andoni Beroiz de la condena de diez años de cárcel dictada por la Audiencia Nacional, al apreciar que el único elemento en su contra era la declaración de otro detenido en dependencias de la Ertzaintza. Este dijo después que actuó así por las amenazas de los agentes. Los arrestados en esta polémica redada, realizada en noviembre de 2002, detallaron golpes, amenazas, flexiones y vigilia permanente en los calabozos de Arkaute, y tres de ellos fueron llevados al hospital. No es la primera sentencia de este caso que es revocada.

IRUÑEA

En noviembre de 2002, la Ertzaintza llevó a cabo una operación en Bizkaia contra jóvenes a los que acusaba de participar en múltiples acciones de kale borroka. Cuatro de ellos ingresaron en prisión en su primera fase ­Gorka Lupianez, Zunbeltz Larrea, Andoni Beroiz y Jon Crespo­ tras ser llevados hasta la Audiencia Nacional.

Todos ellos refirieron haber sufrido malos tratos en Arkaute. Pese a ello, se abrieron varios sumarios a consecuencia de sus declaraciones policiales. Uno de ellos era el relativo a un ataque con piedras y cócteles molotov contra la base de la Ertzaintza de Galdakao en 1998, que derivó en una condena de diez años de cárcel por parte de la Audiencia Nacional contra Crespo y Beroiz, a los que se impuso también una indemnización de 2.419 euros al Gobierno de Lakua por los desperfectos. Los otros dos acusados ­Xabier Arriluzea y Garikoitz Urizar­ quedaron absueltos tras la vista, pese a haber sido acusados también de «incendio» y «terrorismo» por el fiscal.

Ahora, el Tribunal Supremo español, en una sentencia dictada el pasado 14 de julio, exculpa también a Beroiz de esta imputación aceptando el recurso de la defensa. El Alto Tribunal admite que no había más prueba en su contra que la inculpación realizada en la comisaría de Arkaute por otro de los detenidos en la redada.

Amenazas con ligarle a ETA

En el fallo, el Supremo recalca que esta inculpación sólo debe ser tenida en cuenta si va pareja a la existencia de algún otro «hecho, dato o circunstancia externa» que incrimine al acusado. «Con sólo esta prueba no cabe condenar a una persona, salvo que su contenido tenga una mínima corroboración», indica el Supremo.

Se da la circunstancia, según recoge esta sentencia, de que este detenido se retractó en diligencias posteriores ante la Audiencia Nacional, «señalando que lo que declaró ante la Policía fue fruto de malos tratos, y que si mantuvo la declaración ante el juez fue porque la Policía le obligó, porque si no le iban a imputar acciones de ETA con muertos. Esta negativa la reiteró en el acto del juicio, en el que manifestó haber sido sometido a continuos interrogatorios en Arkaute, con tocamientos y amenazas de ‘presionarle con el palo de una silla en el culo’, golpes en tobillos y pantorrillas, posiciones incomodísimas... Circunstancias que condicionaron sus declaraciones ante la Policía Autónoma Vasca», recoge el fallo en uno de sus considerandos.

En la vista oral celebrada el 30 de marzo de 2004, el fiscal descalificó esta retractación y llegó a tacharla de «absurda». «Esa declaración no pudo ser dictada por la Ertzaintza», estimó el Ministerio Público.

El Tribunal Supremo no entra a valorar esta cuestión, pero sí acepta el recurso en lo referido a Andoni Beroiz al constatar que la inculpación por un tercero no es prueba suficiente.

Por lo que respecta al otro condenado, Jon Crespo, el Supremo mantiene la condena al valorar que algunos de los datos de su declaración ante la Ertzaintza (como la alusión al uso de una cadena con candado para cerrar el paso a los agentes en la persecución posterior) permiten concluir que participó en el ataque. La pena de diez años sólo es rebajada en un día por una cuestión técnica.




Una marca cuyo origen «no se prueba»
R.S.

IRUÑEA

Uno de los condenados por este ataque a la comisaría de la Ertzaintza en Galdakao, Jon Crespo, manifestó al forense que lo visitó a las 20.15 del 14 de noviembre de 2002, durante la incomunicación, que «había sido objeto de patadas en tobillos y en región poplitea para mantener las piernas flexionadas, refiriendo también haber recibido gritos y amenazas y no haber podido dormir porque estaba la luz encendida y la música a tope», según recoge la sentencia.

El fallo admite a continuación que en el reconocimiento se le detectó, efectivamente, en la cara externa de su tobillo izquierdo «una zona hipercrónica (coloración oscura) que abarcaba un área aproximada de 5x1 centímetros, de forma rectangular». Pero destaca que ni la herida era dolorosa a la presión ni estaba inflamada, y que el joven tampoco presentaba «alteraciones en el plano síquico dignas de mención».

La sentencia, por tanto, no le absuelve. En el juicio el joven explicó que se inculpó por los golpes, «pero esa sala ya rechazó tales alegaciones por la total falta de prueba», dice el fallo.

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