12.4.05

Echando una mano

Luis Beroiz - Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho

2005-04-12

Mi profesión y una pizca de ingenio han hecho de un servidor un zagal experimentado en marketing. Testigos de que digo verdad son mis muchos jóvenes alumnos y alumnas, así como algunas decenas de empresas a las que he guiado en la confección de sus planes estratégicos. De ahí que no me esté resultando nada fácil resistirme a la tentación de echaros una mano en estos cruciales momentos electorales.

Por eso y en vista de la escuálida talla que estáis dando en los debates, esa pantomima televisada, no quisiera, Josu Jon, que pasaras por alto en tus mítines algunos aspectos que, al menos a mí, como especialista, se me antojan fundamentales. Por indicios que entresaco de la precampaña, la espina dorsal de vuestro discurso va a girar sobre la defensa de los derechos que nos asisten a todos los vascos y vascas y el repudio de la violencia, de la que os proclamáis inmaculadamente ajenos. Constituyen ambos, a juicio de tus asesores de comicios, vuestra principal fortaleza así como la principal debilidad de vuestros contrincantes. Sobre esta base, pues, me vas a permitir ofrecerte algunas ideas para que las pongas en práctica, a poder ser en vuestro mitin de clausura.

Para empezar, considero fundamental cuidar la imagen, Josu Jon, los rasgos, el perfil. Y tú gozas de dos caretos y lo bordas en los dos. El de histérico lo usarás siempre que quieras ocultar la verdad y el de histriónico, ese careto de conejo sorprendido en coito que tan bien interpretas, es más válido cuando intentes decir mentira.

Cuidarás, también, con mimo, la puesta en escena. Junto al atril de oradores, te recomiendo, a la derecha, colocar un sencillo estrado de madera. En el momento en que más enardecida esté siendo tu defensa de los derechos humanos y tu condena de los violentos, careto histérico please, aparecerán sobre la tarima, en circunferencias de luz, el torturador de la pulsera, el de la postal navideña y Balza, con el fin de escenificar para todos una sesión de las muchas que se suceden en los calabozos de Arkaute. Los dos primeros, previo golpeo de tobillos, invitarán al Consejero a ponerse de cuclillas y adoptar de esa guisa la «postura de gozar» para, posteriormente, pasar a la «postura del hombre araña». Tras humillaciones varias y largas, el momento álgido llegará cuando, con la pata quebrada de una silla, el torturador malo amagará con introducirla en el ano del Consejero, agotado de estar despierto, posicionado a cuatro patas, y encharcado en su propio y apestoso sudor. Llegados a este punto, Josu Jon, abandonarás el atril, dejarás que tus incondicionales rujan descontrolados, y darás paso a unos spot publicitarios.

Que consistirán en la irrupción, dando pasos de aeróbic al más puro estilo majorette, de ex-abertzales reconvertidos al confort, de ex-presos contritos liderados por José Antonio Urbiola, cantando todos Hator hator, y lanzando sus palitroques al cielo y recogiéndolos, en su caída, con exquisita reverencia y genuflexión. El público asistente reconocerá su silencio cómplice, su aquiescencia y su mutismo vergonzante ¡y mira que está cayendo! con una atronadora ovación.

Reanudarás tu discurso, careto histriónico por favor, lanzando guiños, desparramando anzuelos sobre esos miles de marginados que, por su culpa, por su grandísima culpa, se han quedado sin referente electoral, pero que siguen portando en la faltriquera una papeleta, la más codiciada. Cartita a Europa reprochando ilegalizaciones, por aquí, firmita ante notario, por allá, recomendación para que otros acerquen a los que vosotros alejáis, por un lado, reivindicación de subvenciones para visitar presos, por el otro, estas cucadas de ojo, Josu Jon, deberían ser cebo suficiente para enganchar las voluntades de todos estos desamparados. Y, mientras tú desgranas esta sarta de buenas intenciones, aparecerá de nuevo en escena el Consejero de Interior, debidamente duchado, y, con él, ertzainas varios, responsables de diferentes departamentos. Una vez acomodados, el primero dará inicio a un soliloquio comentando que ya hace falta ser inútiles para ubicar a un detenido en dos sitios diferentes, y a la misma hora; que cómo es posible, una vez metida la pata, dejar transcurrir dos años largos, sin haberla sacado; que cómo va él ahora a seguir hablando de protocolos; que cómo va él a defender ante los jueces que las declaraciones no están preparadas de antemano para ser firmadas bajo tortura; que vaya faena; que, encima, esto ha salido a la luz en período electoral; que vaya vergüenza; que se le han echado encima el resto de consejeros; que tendrán que rodar cabezas... Ninguno de los jefecillos dirá nada y el público mirará para otro lado, ante tamaño gimoteo. Es el momento, Josu Jon, de anunciar un breve descanso.

Tras el receso, bajarás del estrado, tomarás de la mano al lehendakari, y, lo conducirás hasta el atril. Disertará éste sobre rentas, empleo, riqueza, teniendo mucho cuidado en ocultar su reparto, las bolsas de pobreza, el trabajo en precario, los accidentes laborales, la cultura del cemento, el nepotismo, la corrupción. Recalcará que nada de esto hubiese sido posible sin la honestidad, el esfuerzo y la ética de sus más cercanos colaboradores. Y, cuando más enfervorizada tengáis a la masa, irrumpirá de nuevo en el pequeño estrado el Consejero de Interior, esta vez acompañado del Consejero de Justicia. El primero le dirá al segundo que está agarrado por las pelotas. El segundo le dirá al primero que destruya el documento comprometido. El primero le responderá que se lo ha pedido el juez. El segundo le dirá que se lo mande trucado. El primero le contestará que ya lo ha intentado, pero que se lo piden completo. Entonces, le dirá el segundo, pues la hemos cagado, Javier. Tienes que conseguir que nada de esto aparezca en los medios de comunicación. Lo que no se conoce no existe. Ya lo he hecho, Joseba, pero ahí está esa garrapata cojonera que lo está difundiendo en todas las direcciones y que ha jurado no parar hasta que reconozcamos la tortura y salgan a la calle todos ¡eutsi neska mutilak! los que quedan dentro. Y el caso es que tiene razón. ¿Acaso te extraña que insista si le hemos querido meter 22 años más por la patilla?... Momento tenso que aprovecharás para que el lehendakari dé por concluido su discurso.

El mitin os recomiendo que finalice con el canto del Eusko Gudariak, interpretado por el Lehendakari, Consejeros y Ertzainas intervinientes y dirigido, paraguas en ristre, esta vez por el burukide, ese cerebro tan decisivo como gris del que, un día, desvelaré nombre y hazañas.

Y a esperar el escrutinio, Josu Jon. No sé si estas ideas que te aporto os acarrearán cien mil votos más o cien mil votos menos. A mí el resultado me da lo mismo pues sois todos a cual peor. Además, con los votos de los estómagos agradecidos, tenéis asegurada la mayoría. Y, si os hiciera falta, haríais montón con los de los socialistas o populares. Ese no es el problema. Mi perplejidad emana de que insistís con los mismos canallas como candidatos. Y ya no caben excusas, como hasta ahora. Los que os van a votar saben, son conscientes y asumen que votan a terroristas de puño blanco, a torturadores, a ocultadores de la verdad y a obstructores de la justicia. Saben lo que se hacen y nos sobran sus palmaditas en la espalda. Tu Consejero de Interior dijo un día, para justificar lo injustificable, que había visto la mirada de los muertos, pero lo que no nos ha querido revelar es el escupitajo de desprecio que le lanzaron desde su obligado silencio.

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