27.4.07

Hipócritas y cínicos

Luis Beroiz
Licenciado en Ciencias Económicas y Derecho
2007 apirilaren 19

Alguien, antes que ellos, se pasó décadas homenajeando a sus caídos, dedicándoles calles y monumentos, al tiempo que vilipendiaba, humillaba y ninguneaba a los fusilados en las cunetas. Hoy, sus nombres llenan los vertederos.

Cuando hacemos alusión en nuestros escritos al consejero de Interior, el objetivo no es amargarle la mañana ni que de sus labios emane una confesión reconociendo explícitamente que, en sus dependencias, se ha infringido tortura a nuestros hijos. Tampoco cuando aludimos al lehendakari, bajo cuyo mandato se han cometido estas execrables transgresiones, lo hacemos con la esperanza de que las admita públicamente, poniendo así fin a unas cadenas perpetuas, resultado exclusivo de los métodos inhumanos aplicados en Arkaute. Ni siquiera cuando hacemos referencia a los partidos lo hacemos confiando en conseguir que plieguen sus paraguas de complicidad con la tortura. No. Ni somos tan ingenuos ni tenemos edad, ya, para caernos de ningún guindo.

Cuando denunciamos ante los jueces y rememoramos constantemente aquellas interminables noches que nuestros hijos pasaron en inmundos calabozos a manos de inhumanos uniformados, lo único que perseguimos es dar a conocer, expandir, propagar, desparramar y hacer llegar tan amargo testimonio a cuanta más gente mejor. Dicho de otra forma, intentamos que todo el mundo sepa lo que estos mercachifles de la política ocultan bajo sus beatíficos rostros. Esta fue, también, la razón por la cual acudimos, con variopinto resultado, al Ararteko, al Departamento de Derechos Humanos del Gobierno Vasco y a la Dirección de Atención de Víctimas del Terrorismo, en busca de amparo.

El Sr. Lamarca, como es bien conocido, se comportó. Sí, señor. Emitió una resolución que no sólo fue cabecera de televisión y prensa, sino que tuvo la virtud de horadar estratos sociales significativos y vírgenes hasta entonces a estos avatares. Una resolución que, a pesar de las infantiles amenazas jeltzales y de los falaces discursos y esfuerzos del consejero, acaba de mantenerla en sus términos fundamentales en su Informe Anual, por más que ningún medio haya resaltado este último hecho. El Ararteko, en un gesto que le honra, nos ha hecho sabedores de haber encontrado indicios de que las confesiones de los detenidos no fueron obtenidas legalmente. Y esto ha calado. No podía ser de otro modo. Pedirle más contundencia hubiese sido exagerado.

En cuanto a la Dirección de Derechos Humanos, bajo la batuta entonces de Txema Urkijo, fueron tan rápidos en la respuesta como desafortunados en su contenido. Tras reconocer la gravedad de los hechos y la imposibilidad humana de la bilocación, nos mintieron asegurando que había sido la Guardia Civil y no la Ertzaintza «la que les había imputado el delito y lo estaba tramitando». Alucinante, mi comandante. Ante tamaño despropósito, con toda la educación que nos fue posible, les pusimos un estribo para que se apearan de tamaño bulo, pero no se han querido apear. Hasta aquí habíamos llegado. Ya no hubo más interlocución, a pesar de nuestra insistencia. Nos enteramos más tarde que Txema desapareció de la Dirección, llegando erróneamente a pensar que posiblemente expedientado por la grave excrecencia que depositara en papel oficial. El caso es que su puesto lo ocupa el doctor Landa . Un joven profesor penalista, algo despistadillo pues ha olvidado retomar el caso que Txema dejó encima de la mesa. Y pelín maleducado pues, si bien se había comprometido a colaborar con el Ararteko en la búsqueda de la verdad, no se digna contestar ni a nuestro correo electrónico ni a nuestro correo certificado, por lo que, salvo que se desdiga, presumimos que la resolución de este último lleva también su firma, beneplácito y sello. ¿Debemos entenderlo así, señor Landa?.

En ésas estábamos cuando nos encontramos con que Txema Urkijo, en un volatín pintoresco, había fichado por Interior. Había dado su espalda al consejero Azkarraga para auparse a las grupas del consejero Balza. En vez de castigarle, le premiaban. Así es como, al tener un conocido dentro, entramos en contacto con la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo.

Seguros de que, tras leer nuestra respuesta, Txema habría llegado a la misma conclusión acerca de los métodos usados con nuestros hijos por la Ertzaintza, le solicitamos que, desde su nuevo púlpito, retomara el caso y nos fuera incluyendo en sus listas de víctimas del terrorismo, ya que nosotros sabemos que él sabe que, por desgracia, lo somos. Esta vez tardó, pero nos contestó. Tras pedirnos disculpas, nos respondió tajante que «no está facultado a intervenir, máxime estando nuestro caso en manos de otro Departamento, ni ellos son la instancia para reconocer a nadie en la lista de víctimas». Otra vez nos habíamos equivocado de timbre. Ni Landa se llamaba Jon Mirena ni Urkijo se llamaba Txema, los dos se llamaban Andana.

Cuando, a la vista de tanta esterilidad, estábamos preguntándonos cómo justificarían su pase por caja los finales de cada mes, una noticia nos vino a sacar de dudas. De la mano de Maixabel Lasa, la misma que un día nos pidió que renegáramos de nuestros hijos injustamente encarcelados, nos encontramos a Txema tocando a rebato para homenajear el domingo 22 a las víctimas del terrorismo. ¿A todas? ¡Qué va! Sólo a unas. A nosotros concretamente que nos parta un rayo. Alguien, antes que ellos, se pasó décadas homenajeando a sus caídos, dedicándoles calles, monumentos, y portales de iglesias, al tiempo que vilipendiaba, humillaba y ninguneaba a los fusilados en las cunetas. Hoy, sus nombres llenan los vertederos. Nosotros no vamos a esperar tanto. Aplicaremos nuestros esfuerzos para que sus ilustres apellidos corran la misma suerte. No estamos dispuestos a dar origen a otra nueva memoria histórica.

Esta que nos anuncian, han querido que sea la manifestación de unas víctimas frente a otras. En sus filas irán repartiendo sonrisas todos nuestros torturadores. Hipócritas. El domingo desfilarán los terroristas de oficina, si entendemos por terror detener, torturar, entregar, dispersar y machacar hasta la muerte. Cínicos. Los caídos de ambos lados, donde quiera que estén, os escupirán a la cara por utilizarlos para conseguir ese voto que os perpetúe en la poltrona y perpetúe el conflicto. ¿Habéis invitado a los últimos detenidos torturados al homenaje?. Este mes, paga doble, Txema. En mi hueco, el domingo, que salga un pelayo con la foto del caudillo.

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